por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Los súbditos de los reyes antiguos no se atrevían a presentarse ante ellos, a menos que fueran convocados. Esto fue cierto incluso en el caso de Ester, la esposa de un rey. Cuando su pueblo, los judíos, estuvo en peligro de ser exterminado, el tío de Ester trató de convencerla de que llevara este asunto ante el rey. Su respuesta fue: “Todos los siervos del rey, y el pueblo… saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey…” (Ester 4:11 - RV1960).
La nación de Israel tenía un temor aún más grave de presentarse ante el Señor. Habían sido testigos de su poder y gloria. Cuando se le dieron los Diez Mandamientos, “… el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos… y el monte que humeaba… y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos… y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios” (Éxodo 20:18-21). Sabían que eran pecadores, indignos de estar en la presencia de su santo Dios, y que Él podía herirlos con la muerte en un instante. Por lo tanto, dudaban mucho en presentarse ante el Señor incluso en adoración. Es con este trasfondo que el escritor de Hebreos les habla a sus hermanos judíos acerca de su “sumo sacerdote” permanente, el Señor Jesucristo, que “traspasó los cielos” (Hebreos 4:14), “… viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25). Con esto en mente se les hizo la invitación: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Gracias a Cristo, ahora podían presentarse ante la presencia de Dios en oración con la audaz confianza de que encontrarían la misericordia divina y la ayuda en todas las áreas de la vida. Qué contraste, qué privilegio y qué estímulo.
Si bien los versículos anteriores fueron escritos para judíos todavía bajo la Ley de Moisés, el mismo principio es válido para nosotros hoy bajo la gracia. Nosotros también “… tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él” (Efesios 3:12). No temas llevar tus necesidades al Señor, ni privarte de Su ayuda. ¡Aprovecha la oración constantemente!
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