por Kevin Sadler
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Charles Spurgeon (1834-1892) escribió: “Los cristianos pueden regocijarse incluso en la angustia más profunda; aunque los problemas los rodeen, todavía cantan; y, como muchos pájaros, cantan mejor en sus jaulas. Las olas pueden pasar sobre ellos, pero sus almas pronto salen a la superficie y ven la luz del rostro de Dios; tienen una flotabilidad que mantiene su cabeza siempre fuera del agua y les ayuda a cantar en medio de la tempestad: ‘Dios todavía está conmigo’”. 1
Un glorioso tesoro
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros (2 Corintios 4:7 - RV1960)
En el contexto, el “tesoro” del versículo 7 se refiere al “evangelio de la gloria Cristo” del versículo 4, y a la “iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” del versículo 6. A los ojos de Dios, el evangelio de la gracia de Dios es un tesoro glorioso. Es de valor infinito. Y debemos verlo de la misma manera que lo ve Dios. A través de este tesoro tenemos el perdón de todos nuestros pecados, el don de la justicia y la vida eterna. Por este tesoro somos ricos en Cristo (2 Corintios 8:9). ¡Y Dios quiere que distribuyamos la riqueza!
Este tesoro nos ha sido encomendado a nosotros, que somos “vasos de barro”, para que se dé a conocer a este mundo. Dios ha derramado el tesoro de Su evangelio de gracia en nosotros que hemos confiado en Cristo como Salvador para que, mediante la fuerza de Dios, podamos derramarlo sobre otros.
Un “vaso de barro” es una vasija de arcilla común. Se trata de recipientes débiles, frágiles y quebradizos. Esta imagen representa a la humanidad y pretende recordarnos nuestra debilidad. Pablo se vio a sí mismo como lo que realmente era: un frágil hombre de barro a quien se le había confiado un glorioso tesoro para darlo a conocer por el poder de Dios.
Es bueno tener una perspectiva adecuada de nosotros mismos y de nuestro servicio. Escrito por inspiración del Espíritu Santo, Dios nos recuerda aquí que somos vasos de barro débiles, que lo necesitamos, y que sólo cuando Él obra a través de nosotros tenemos el poder para llevar a cabo el ministerio del evangelio para Su gloria. Es la vida y el poder de Dios obrando a través de nosotros lo que produce todos y cada uno de los resultados positivos en la obra del Señor. La victoria es enteramente del Señor en todos los sentidos, y Él merece la alabanza.
Dios ha confiado Su mensaje a vasos de barro, para que la “excelencia”, la grandeza incomparable, “del poder sea de Dios, y no de nosotros”. Dios nos usa a nosotros, que somos vasos comunes y frágiles, para dar a conocer su mensaje, de modo que no haya lugar a dudas sobre la fuente del poder del evangelio: Dios, y no nosotros y nuestra fuerza.
Oswald Chambers lo expresó bien: “Dios puede lograr su propósito, ya sea mediante la ausencia de poder y recursos humanos, o el abandono de la dependencia de estos. A lo largo de la historia, Dios ha elegido y utilizado a don nadies, porque su inusual dependencia de Él hizo posible la exhibición única de Su poder y gracia”. 2
El Dios fiel
Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos (2 Corintios 4:8-9)
El comentarista bíblico William Barclay parafraseó estos dos versículos de esta manera: “Estamos afligidos en todo, pero no encerrados… Estamos al límite de nuestro ingenio, pero nunca al final de nuestra esperanza… Somos perseguidos por los hombres, pero Dios nunca nos abandona… Somos derribados, pero no eliminados”. 3
La evaluación de primera mano de Pablo muestra las pruebas de su ministerio, pero también muestra la presencia, el poder, la guía y la misericordia de Dios en su vida. Las exigencias del ministerio habían llevado a Pablo a circunstancias difíciles, pero Dios fue fiel y su poder se manifestó a través de este vaso de barro.
Pablo escribió que estaba “atribulado en todo”, o rodeado de problemas que lo presionaban fuertemente. La palabra griega traducida “angustiado” significa cercado o presionado por espacio, y Pablo dice que no estaba “angustiado” ni completamente acorralado. Dios no permitió que los problemas aplastaran o quebrantaran a Pablo.
Pablo escribió que estaba “en apuros”, o en duda, perdido, sin saber qué camino tomar. Sin embargo, Pablo dice que no estaba “desesperado”, ni abatido, ni completamente perdido, porque el Señor lo ayudó, lo guió y le mostró el camino.
Pablo escribió que fue “perseguido” o puesto en fuga y maltratado por enemigos del evangelio. Sin embargo, Pablo afirma que no fue “desamparado”, porque Dios siempre estuvo ahí. Como dijo Charles Spurgeon, Pablo pudo saber en todas sus pruebas: “Dios todavía está conmigo”.
Pablo escribió que fue “derribado”, físicamente tumbado al suelo en su persecución. Sin embargo, Pablo dice que no fue “destruido” o que no se quedó en el suelo; se levantó por el poder de Dios y continuó sirviendo al Señor.
Vida y muerte
Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida. (2 Corintios 4:10-12)
“Un hombre va al médico y le dice: ‘Doctor, dondequiera que toco, duele.’ El médico pregunta: ‘¿Qué quieres decir?’ El hombre dice: ‘Cuando toco mi hombro, me duele mucho. Cuando toco mi rodilla, ¡AY! Cuando me toco la frente, me duele mucho, mucho’. El médico dice: ‘Sé lo que te pasa’. ¡Te has roto el dedo!’” 4 Cada vez que Pablo tocaba su cuerpo, probablemente le dolía. Más adelante en esta carta, Pablo detalló los azotes, los golpes, los encarcelamientos, las penurias y la lapidación que sufrió (2 Corintios 11:23-27).
Pablo lo expresa aquí en el versículo 10 del capítulo 4, diciendo que él estaba “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús”. Pablo estaba “llevando” las marcas de la batalla que peleó por Cristo. Tenía marcas y cicatrices físicas reales en su cuerpo debido a sus sufrimientos por Cristo. En su carta a los Gálatas, Pablo les dijo: “… traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gálatas 6:17).
Bien se ha dicho que “Necesitamos hombres de la cruz, con el mensaje de la cruz, llevando las marcas de la cruz.” 5 Este fue el testimonio de Pablo. Pero Pablo señala que las marcas exteriores de su cuerpo eran una prueba de la vida de Cristo dentro de él. A través de la debilidad de Pablo, la vida resucitada de Cristo fue manifiesta y puesta en exhibición. La vida de Cristo se hizo evidente y clara para los demás a través de lo que Pablo soportó por su Salvador al dar a conocer el evangelio.
Pablo escribió además: “Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús” (2 Corintios 4:11). Pablo estuvo continuamente expuesto a la muerte por la causa de Cristo, lo cual, en verdad, fue el resultado de ataques contra el Señor Jesús. Pablo asumió estos riesgos para que otros conocieran la vida de Cristo y el “tesoro” del evangelio dentro de él.
Y en el versículo 12 Pablo señala el fruto bendito de sus sufrimientos al dar a conocer el evangelio: “Así que la muerte actúa en nosotros, pero la vida en vosotros”. Como resultado de morir a sí mismo y estar expuesto a la muerte física al difundir el evangelio, Pablo recordó a los corintios que tienen vida, vida eterna en Cristo.
Una fe segura
Teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros (2 Corintios 4:13-14)
En este pasaje, Pablo citó Salmos 116:10: “Creí; por tanto hablé…”. El resto de este versículo de Salmos dice: “Estando afligido en gran manera”. Pablo y el salmista tenían algo en común: ambos estaban afligidos en sus vidas. Pero Pablo sintió lo mismo que el salmista, al afirmar que tenían “el mismo espíritu de fe… nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”. A pesar de su aflicción, Pablo creyó y, por lo tanto, habló “el evangelio de la gloria de Cristo”.
Como resultado de lo que Pablo creyó con convicción, habló por Cristo, incluso frente a aquellos que lo perseguirían, lo derribarían al suelo o intentarían matarlo. Debido a lo que sabía que era verdad, Pablo se negó a permitir que sus sufrimientos le impidieran decir la verdad a otros.
La base de su confianza y audacia era “sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús”. Pablo sabía que podía someterse al peligro de muerte debido a la resurrección de Cristo, sabiendo que tenía esperanza de su propia resurrección “con Jesús”. Esto le dio a Pablo la valentía para llevar el evangelio al mundo a pesar de la persecución.
Pablo les dijo a estos corintios en su primera carta que “si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:14). Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos, por eso nuestra fe es verdadera, y nuestra predicación no es vana ni infructuosa. El hecho de que Cristo vive hizo que Pablo siempre siguiera adelante en su ministerio a pesar de las dificultades y aflicciones. Sabía que ninguno de sus esfuerzos era en vano, y lo que hacía por Cristo tenía significado y resonaría en la eternidad.
Gracia abundante
Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. (2 Corintios 4:15,16)
Con “todas las cosas”, Pablo se refiere a todas las aflicciones que soportó en su ministerio, y afirma que fueron “por amor a vosotros”, o para su beneficio, para que pudieran ser salvos y crecer en la verdad.
Pablo llegó a darse cuenta de que cuanto más sufría para dar a conocer el evangelio, más la abundante gracia de Dios se hacía disponible para los demás. Cuantas más personas fueran salvas, más acción de gracias se daría a Dios. Y cuanto más acción de gracias se le daba a Dios, más redundaba para Su gloria. Pablo deseaba que “muchos” fueran alcanzados para Cristo, para que muchos más pudieran elevar su acción de gracias a Dios por Su gracia. Quería que la acción de gracias a Dios se desbordara como resultado de que muchos fueran salvos y agradecieran a Dios por ello.
Pablo escribió entonces con fervor: “Por tanto, no desmayamos” (1 Corintios 4:16). La causa a la que Pablo se refería era predicar a Cristo y alcanzar almas para Él, para la gloria de Dios. La palabra “desmayamos” aquí significa desanimarse, darse por vencido. A pesar de las dificultades, Pablo no se desanimó y se negó a darse por vencido. Su deseo era fuerte de que muchos fueran salvos por la abundante gracia de Dios.
Y Pablo afirma que no se estaba dando por vencido incluso si su hombre exterior, su frágil vaso de barro, se estaba desgastando constantemente como resultado del envejecimiento y sus muchos sufrimientos. Esto no lo desanimó, porque al mismo tiempo su hombre interior se renovaba espiritualmente de día en día. Por lo tanto, permaneció alentado, vigorizado y motivado para continuar en su ministerio.
La destrucción y el desgaste de nuestro hombre exterior nos sucede a todos, nos guste o no. Nuestros cuerpos envejecen y se desgastan constantemente, pero nosotros también podemos renovarnos espiritualmente día a día en el hombre interior al crecer en la Palabra, orar y vivir por fe, permitiéndonos permanecer motivados para servir al Señor y llevar Su verdad a los demás.
Cosas eternas invisibles
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2 Corintios 4:17,18)
Pablo miró sus aflicciones a través del ojo de la fe y con una perspectiva eterna. Miró más allá de sus adversidades hacia la gloria, que lo sostuvo en ellas y a través de ellas. Como lo expresó en una canción el fallecido presidente del Instituto Bíblico Moody, Dr. James M. Gray (1851-1935): “¿Quién puede preocuparse por el viaje cuando el camino lleva a casa?” 6
A la luz de la eternidad, Pablo vio sus aflicciones como “leves” y momentáneas. Si bien generalmente consideramos que nuestros problemas, desde una perspectiva terrenal, actúan en nuestra contra, Pablo enseña que desde una perspectiva eterna, en realidad están obrando para nosotros.
Piensa en el futuro, millones de años en la eternidad, y mirar nuestras pruebas desde el punto de vista del cielo. Desde ese punto de vista, si miraras hacia atrás, a las pruebas aparentemente interminables de esta vida, te parecerían tan breves como un momento. Sin embargo, estas aflicciones momentáneas producen en nosotros un peso eterno de gloria
Nuevamente, mirando nuestras pruebas desde el punto de vista del cielo, pensando en el futuro un millón años en la eternidad, y luego mirando hacia atrás a las aflicciones de esta vida que parecían demasiado pesadas para soportarlas, parecerán ligeras como una pluma. Sin embargo, estas aflicciones leves producen en nosotros un peso de gloria mucho mayor.
Un día seremos recompensados por nuestro servicio al Señor. Hay ramificaciones eternas en la forma en que permitimos que el Señor use nuestras vidas ahora. Si vivimos para el Señor y damos a conocer Su verdad, Cristo nos dará gloria eterna en el tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10). Y el peso de la gloria será proporcional a la medida en que sirvamos y nos sacrifiquemos por Él.
Pablo declaró en el versículo 18 del capítulo 4 que él no miraba “las cosas que se ven”. La palabra “mirar” en el griego original significa considerar o contemplar. Pablo no estaba fijando su atención ni contemplando las cosas que se ven en su vida y ministerio, “porque las cosas que se ven son temporales”. Más bien, su capacidad para soportar sus aflicciones y perseverar fue el resultado de mantener su atención fija en las cosas que no se ven, porque estas “son eternas”.
Ganamos una perspectiva adecuada de la vida al mantener nuestro enfoque en lo eterno y en las consecuencias eternas de nuestras vidas y servicio a Cristo. Todas las cosas que se ven son pasajeras y temporales. Dios quiere que nos centremos en las cosas que ningún ojo humano ha visto porque son cosas de valor eterno.
A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1:8)
Sobre todo, cuando miramos por la fe en cosas invisibles, miramos a Cristo nuestro Salvador, a quien aún no hemos visto. Al mirarlo por fe, nos alegramos “con gozo inefable” por todo lo que ha hecho por nosotros. Buscamos en Él la fuerza, la guía y el consuelo que necesitamos en la vida. Y esperamos que Él venga en cualquier momento para llevarnos al cielo en el Rapto.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; (Filipenses 3:20)
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