No Hay Otra Doctrina Que La División Correcta

John Fredericksen|Durante muchos años, una familia de un estado del norte vivió a orillas de un río. Conforme pasó el tiempo se fueron sumando mÔs hijos hasta que el total fue diez, mÔs la madre y el padre.

por John Fredericksen

La Sociedad BĆ­blica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artĆ­culos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al espaƱol de dichos artĆ­culos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.

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Durante muchos aƱos, una familia de un estado del norte vivió a orillas de un rĆ­o. Conforme pasó el tiempo se fueron sumando mĆ”s hijos hasta que el total fue diez, mĆ”s la madre y el padre. Cada aƱo, a medida que se acercaba el invierno, el padre reunĆ­a a los niƱos a su lado y, en tĆ©rminos muy claros, les explicaba que nadie debĆ­a salir al hielo. Un lunes, tres de los niƱos decidieron caminar sobre el hielo helado como atajo de camino a la escuela. Algunos de los niƱos mayores les rogaron que no lo hicieran y les recordaron la severa advertencia de su padre. “No nos va a pasar nada. DĆ©janos en paz. Estaremos bien”. AsĆ­ que los tres niƱos se fueron. Debido a que al principio el agua era menos profunda, el hielo era bastante grueso. Entonces, con una falsa sensación de seguridad, los tres niƱos comenzaron a correr. De repente, el hielo bajo sus pies comenzó a agrietarse y los tres se sumergieron en el agua helada y nunca mĆ”s se los volvió a ver. En un sentido espiritual, muchos de los hijos de Dios estĆ”n haciendo algo muy similar.

Cuando el apóstol Pablo le escribe a Timoteo en Ɖfeso, le dice: “Te roguĆ©… que mandases a algunos que no enseƱen diferente doctrina” (I Timoteo 1:3 - RV1960). Lo que a uno se le enseƱa doctrinalmente es de suma importancia. Es por eso que Timoteo debĆ­a tener mucho cuidado de “[retener] la forma de las sanas palabras que de mĆ­ oĆ­ste” (II Timoteo 1:13), y luego “[encargarlas] a hombres fieles que sean idóneos para enseƱar tambiĆ©n a otros” (II Timoteo 2:2). Si Timoteo, y los que enseƱaban con Ć©l, fueran consistentes en no enseƱar ninguna otra doctrina aparte de la que enseñó Pablo, esta sana doctrina “salvarĆ­a” (o librarĆ­a, 1 Timoteo 4:16) del error espiritual a todos los que escucharan. Pero tambiĆ©n ocurre lo contrario. Si alguien enseƱara o se expusiera a doctrinas contrarias a las que enseƱaba Pablo, tendrĆ­a efectos devastadores. En otras palabras, serĆ­a como jugar sobre hielo fino.

¿QuĆ© doctrinas eran tan preciosas e importantes que no se podĆ­a escuchar nada mĆ”s? NingĆŗn sermón o artĆ­culo puede estructurar adecuadamente todas las cosas importantes que enseñó el apóstol Pablo. Sin embargo, echemos un vistazo a una serie de cosas que debemos apreciar en nuestro entendimiento y exigir consistentemente de la enseƱanza de cualquier persona bajo la cual nos sentemos. Aprendemos de Romanos 6:14 que no estamos “bajo la ley, sino bajo la gracia”. El impacto prĆ”ctico de esto es que no intentamos implementar partes de nuestra Biblia que fueron escritas exclusivamente para Israel. En Romanos 11:13 vemos que Pablo es el “apóstol de los gentiles”. Pedro, Santiago y Juan escribieron por inspiración, pero limitaron sus ministerios a la nación de Israel. Sus escritos trataron en gran medida de la tribulación o reino milenial. Sólo Pablo afirma ser, o se llama a sĆ­ mismo, el apóstol de los gentiles. AdemĆ”s, insta: “sed imitadores de mĆ­” (I Corintios 4:16; 11:1; Filipenses 3:17). Entonces, alguien que sea sano en doctrina reconocerĆ” las cartas de Pablo como los “mandamientos del SeƱor” exclusivos para los creyentes de hoy (I Corintios 14:37).

Nuestro apóstol no toleraba nada mĆ”s que el puro “evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24; GĆ”latas 1:6-12). Exigió que siempre se enseƱara de manera muy clara. Eso significaba que la salvación era proclamada como un don de la gracia de Dios, aparte de las obras del hombre, y recibida mediante la fe en la muerte, sepultura y resurrección del SeƱor Jesucristo (I Corintios 15:1-4; Efesios 2:8,9; Romanos 3:24-28). MĆ”s allĆ” de esto, Pablo enseñó que Ć©l no fue enviado a bautizar, “para que no se haga vana la cruz de Cristo” (I Corintios 1:17). Hoy en dĆ­a sólo hay “un bautismo” (Efesios 4:5) y ese es el bautismo del EspĆ­ritu Santo que nos coloca en el Cuerpo de Cristo en el momento de la salvación (I Corintios 12:13). Una vez salvos, estamos eternamente seguros, porque estamos “sellados” con la morada del EspĆ­ritu Santo “hasta el dĆ­a de la redención” (Efesios 4:30). Nuestra seguridad no se basa en nuestro desempeƱo sino en el poder de Dios. Pablo tambiĆ©n enseñó que las seƱales milagrosas como las “lenguas” y las “profecĆ­as” han cesado pues la finalización de las Escrituras las ha hecho innecesarias (I Corintios 13:8-11). Cualquiera que hoy pretenda tener revelaciones especiales de Dios o poderes milagrosos es un engaƱador. Hoy Dios usa su Palabra escrita para proporcionar todo lo que necesitamos para nuestra doctrina y nuestro caminar diario.

Pablo preguntó a algunos de sus conversos “si es que habĆ©is oĆ­do de la administración [dispensación] de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros” (Efesios 3:2) Necesitaban entender que los dĆ­as en los cuales vivimos, y el programa bajo el cual estamos, son diferentes a cualquier otro en cualquier otro momento de la historia. En el capĆ­tulo anterior, explicó que “en otro tiempo” los gentiles no formaban parte de los tratos de Dios. Israel era su foco exclusivo de alcance, y los gentiles rara vez se salvaban, y sólo al convertirse en prosĆ©litos judĆ­os. “Pero ahora” (Efesios 2:13) los gentiles han “sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”. Pablo resume las doctrinas anteriores y mĆ”s, diciĆ©ndole a Timoteo que “usar bien [dividir correctamente] la Palabra de verdad” (II Timoteo 2:15) es la Ćŗnica manera de ser aprobado ante Dios. No es suficiente enseƱar acerca de “JesĆŗs” ni enseƱar principios bĆ­blicos generales para la “vida cristiana”.

SerĆ­a muy sabio de los padres negarse a permitir que sus hijos asistan a otras iglesias o grupos de jóvenes, donde las doctrinas paulinas bĆ”sicas no se entienden ni se enseƱan consistentemente. Puede que esto no sea fĆ”cil ni popular, pero las Escrituras nos advierten sobre la exposición a una doctrina incorrecta y nos dicen que la evitemos. Si todos los creyentes siguieran esta prĆ”ctica, no sólo serĆ­an obedientes a las Escrituras, sino que tambiĆ©n evitarĆ­an ser “llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14).

¿QuĆ© sucede cuando escuchamos doctrinas erróneas? Pueden pasar tres cosas. Uno, podemos convertirnos en un naufragio espiritual (I Timoteo 1:19). Himeneo es un ejemplo. Se habĆ­a desviado y apartado (I Timoteo 1:6) de las sanas doctrinas de Pablo, creyendo y enseƱando a otros que la resurrección ya habĆ­a pasado. Dos, podemos trastornar la fe de algunos (II Timoteo 2:18). Esto les sucedió continuamente a los conversos del apóstol Pablo. Los gĆ”latas estaban tan fascinados que ya no entendĆ­an el evangelio que los salvó y deseaban volver a estar bajo la Ley Mosaica. Los creyentes de Colosas, aunque salvos, dejaron de estimar adecuadamente al SeƱor Jesucristo como su “Cabeza” y comenzaron la prĆ”ctica de adorar a los Ć”ngeles (Colosenses 2:18-19). Tres, los creyentes pueden apostatar [apartarse] de la fe (I Timoteo 4:1). Esto ciertamente NO significa que puedan perder su salvación. MĆ”s bien se refiere a creyentes salvos que se apartan de las sanas doctrinas del apóstol Pablo, como guĆ­a para vivir hoy. Todo esto podrĆ­a haberse evitado, y puede evitarse, si simplemente obedeciĆ©ramos lo que Dios dice acerca de no permitir que ninguna otra doctrina nos influya.

En 1970, una mujer llamada Rose escuchó el evangelio de la gracia de Dios y confió en Cristo como su Salvador. Poco despuĆ©s encontró una gran cantidad de literatura dispensacional. Estaba emocionada al ver la diferencia entre Israel y el Cuerpo de Cristo, estar bajo la ley en lugar de estar bajo la gracia. Se convirtió en una creyente de la Gracia bien fundada e incluso guió a una prima llamada MarĆ­a al mensaje de la Gracia. Con el tiempo, Rose comenzó a asistir a una iglesia que creĆ­a en signos pentecostales milagrosos. Cuando su esposo enfermó, los de su iglesia le dijeron con certeza que su esposo serĆ­a sanado de su cĆ”ncer. Lo sabĆ­an porque lo habĆ­an “escuchado de Dios”. Aunque habĆ­a conocido la Palabra de Dios correctamente dividida, la exposición a una doctrina tan falsa la confundió tanto que creyó lo que le dijeron y quedó completamente consternada cuando su esposo murió.

MarĆ­a se convirtió en una creyente de la Gracia bien fundada. TambiĆ©n, a travĆ©s de aƱos de leer literatura de la gracia y escuchar a los maestros de la gracia en cintas. Escuchaba regularmente la radio cristiana. Varios de los predicadores de la radio, aunque reconocibles a nivel nacional, la tenĆ­an completamente confundida. Algunos enseƱaban que si no vivĆ­as de cierta manera perderĆ­as tu salvación. MarĆ­a pasó meses en agonĆ­a espiritual, hasta que tomó la decisión de que no escucharĆ­a “ninguna otra doctrina” que la de la gracia. Sólo entonces se restableció su paz, su gozo y la certeza de su salvación.

El 31 de octubre de 1983, el vuelo 007 de Korean Airlines partió de Anchorage, Alaska, para tomar un vuelo directo a Seúl, Corea. Sin que la tripulación lo supiera, el sistema de navegación de vuelo por computadora contenía un error de ruta de grado y medio. En el punto de partida, el error pasó desapercibido. A cien millas de distancia, la desviación era todavía demasiado pequeña para ser detectable. Pero finalmente el gigante 747 se desvió hacia el espacio aéreo soviético. El radar soviético detectó el error y los aviones de combate se apresuraron a interceptarlo. Sobre Rusia continental, los aviones derribaron el vuelo 007 y todos los que iban a bordo perdieron la vida. Esta tragedia ocurrió debido a que, desde el inicio, estaba ligeramente desviado. Espiritualmente podemos llegar a un final trÔgico si nos desviamos del curso de la doctrina que es consistente con la doctrina que Pablo enseña en sus cartas.

Algunos asistirÔn a otras iglesias y pensarÔn que no tendrÔ ningún efecto negativo sobre ellos. Seguramente, piensan, puedo beneficiarme de la enseñanza de la gracia y de la enseñanza que no es de la gracia. Otros leerÔn literatura, asistirÔn a conferencias, participarÔn en eventos sociales de la iglesia y, en general, se expondrÔn a doctrinas erradas. Pero el efecto serÔ el mismo que en los días de Pablo. Los corintios comenzaron a cuestionar la autoridad del apóstol Pablo. Se confundieron sobre el valor de trabajar para el Señor, y cada vez mÔs carnales en todos los sentidos. Poco a poco estuvieron dispuestos a comprometer la sana doctrina y justificar asociaciones que sabían que estaban equivocadas. MÔs tarde se volvieron antagónicos e hipercríticos con él. El resultado fue que Pablo tuvo que perder un tiempo valioso para confirmar su ministerio y su sana doctrina ante ellos. Desafortunadamente, algunos fueron irrecuperables. En otras palabras, algunos se apartaron de la fe tal como aquellos sobre los cuales Pablo advirtió a Timoteo.

Pablo advirtió a Timoteo en II Timoteo 4:3,4 que “vendrĆ” tiempo cuando no sufrirĆ”n la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oĆ­r, se amontonarĆ”n maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarĆ”n de la verdad el oĆ­do y se volverĆ”n a las fĆ”bulas [a historias o enseƱanzas falsas]”. En los dĆ­as previos al Rapto, la enseƱanza de la Gracia no serĆ” popular. Incluso aquellos que la conocen empezarĆ”n a pensar que estas verdades son aburridas. QuerrĆ”n algo nuevo, emocionante, entretenido, algo que atraiga multitudes. QuerrĆ”n moderar la verdad de la Gracia y tendrĆ”n comezón por oĆ­r otras doctrinas. Muchos abandonarĆ”n una iglesia que defiende la sana doctrina paulina para atender a otros “ministerios” menos dignos de su lealtad. Me pregunto si uno de los argumentos no serĆ” que lo que estĆ”n haciendo los hace sentir mĆ”s cerca de Dios. En los cĆ­rculos de la gracia escuchamos continuamente esta explicación de aquellos que escuchan doctrinas que no son compatibles con lo que enseƱa Pablo. Recientemente, un estudiante ministerial, un estudiante universitario y un caballero mayor y maduro comentaron que asistir a una de estas iglesias les hacĆ­a sentir como si realmente estuvieran adorando a Dios por primera vez. El verdadero problema es ¿cómo se siente Dios acerca de la doctrina que ellos defienden y practican ahora? Ahora recordamos la Escritura que nos dice “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandarĆ”” (Lucas 12:48). Aquellos de nosotros que hemos tenido el privilegio de entender la Palabra de Dios correctamente dividida debemos permanecer fieles a lo que es verdad y permitir que nuestras emociones se disparen con el gozo de hacer lo correcto.

Al principio de la historia de la aviación, los pilotos tuvieron que aprender la lección de la inercia. Al volar a travĆ©s de nubes o niebla que les impedĆ­an ver el horizonte, no podĆ­an sentir que las alas del avión comenzaban a ladearse hacia la derecha o hacia la izquierda. Al principio, los pilotos seguĆ­an el mito del instinto: creĆ­an que podĆ­an sentir el giro de su avión, y muchos, sin saberlo, se inclinaban en una espiral que terminaba en un accidente. El piloto William Langewieshe escribe: “El instinto es peor que inĆŗtil en las nubes”. La Ćŗnica manera que tienen los pilotos de volar a travĆ©s de las nubes es confiar en instrumentos como el medidor de horizonte artificial. Se trata de una lĆ­nea giroscópica que se mantiene al nivel con la superficie terrestre e indica infaliblemente cuĆ”ndo las alas se inclinan hacia la izquierda o hacia la derecha. En los primeros dĆ­as de este instrumento, el mayor problema que tenĆ­an los aviadores era confiar en sus sentimientos en lugar de en este instrumento. Cuando se trata de asuntos espirituales, nuestros sentimientos, experiencias o lo que es mĆ”s popular no es una guĆ­a confiable a seguir. Hoy Dios usa el instrumento de Su Palabra. Es infalible, si estamos dispuestos a dividirla correctamente y no aceptar “diferente doctrina” que la que enseƱan los escritos inspirados del apóstol Pablo. MantĆ©ngase fiel a las doctrinas paulinas.

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