por J. C. O’Hair
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Según 1 Pedro 5:10, el Dios de la Biblia es llamado “EL DIOS DE TODA GRACIA”. Según II Corintios 9:8, “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros (los santos) TODA GRACIA, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas TODO LO SUFICIENTE, abundéis para toda buena obra” (RVR1960). Se espera que los santos de Dios hagan buenas obras, sean firmes, inamovibles, “CRECIENDO… SIEMPRE” en la obra del Señor. (I Corintios 15:58). El apóstol Pablo, a quien el Espíritu Santo le indicó que dijera tanto acerca de la gracia totalmente suficiente y abundante del Dios de toda gracia, dijo algo que ningún santo viviente diría en este tiempo: “Su GRACIA no ha sido en vano para conmigo; antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. (I Corintios 15:10).
Bien podríamos preguntar: “¿cuánta gracia es toda gracia?” Dios es el Dios de toda gracia; y toda gracia está disponible para todos y cada uno de los santos. Toda persona que es santa, es santa por la gracia de Dios. Esto significa que cada persona salva en esta tierra es salva “por gracia… por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8,9). Dios no requiere que ninguna persona no salva, durante esta era presente y dispensación de la gracia, trabaje para obtener Su gracia o la salvación eterna. “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres”. (Tito 2:11).
Observe, ¿cuándo el eterno Dios omnisciente, de toda gracia, propuso esta gracia universal (aunque no la salvación universal), y cómo se manifestó?: “[Dios,] quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio”. (II Timoteo 1:9,10).
PECADO ABUNDANTE, GRACIA ABUNDANTE
En cuanto a la LEY y la GRACIA, leemos en Juan 1:17 y Romanos 5:20,21: “La LEY por medio de Moisés fue dada, pero LA GRACIA y la verdad vinieron por medio Jesucristo”, “Pero la LEY se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la GRACIA; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la GRACIA reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. Junto con Juan 1:17 deberíamos leer también Juan 1:16: “De su plenitud (de Cristo) tomamos todos y GRACIA SOBRE GRACIA”. Gracia sobre gracia es gracia en abundancia.
Si se te diera poder sobrenatural por un corto tiempo para contemplar y percibir todos los pensamientos, palabras y acciones malvados de los más de dos mil millones de personas que viven ahora en la llamada cristiandad y en todos los países paganos, sabrías más sobre el significado de “pecado abundante”. Pero donde el pecado abundó, la gracia sobreabundó mucho más.
Esto significa que el más vil de los viles, la persona más malvada de la tierra, y todos los demás miembros de la raza humana, desde la persona más moral, benevolente, sincera, concienzuda, celosa y religiosa hasta la más malvada, puede encontrar que la gracia salvadora de Dios es totalmente suficiente para transformar al pecador respetable y moralista o al criminal malvado e injusto en un santo, sin buenas obras o actos religiosos por parte de ninguno de ellos. La salvación es el regalo de Dios. “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 6:23). La justicia es el don de la gracia de Dios.
LA RESPUESTA DE DIOS A LA PREGUNTA DE JOB
Por cuanto la Palabra Infalible del Dios Infalible establece claramente que ninguna persona injusta puede entrar en el reino de Dios ni al cielo (I Corintios 6:9), y además afirma en un lenguaje inequívoco: “no hay justo, ni aún uno” (Romanos 3:10), toda persona sensata y racional en esta tierra debe unirse a Job, no sólo para hacer con él la pregunta de Job 25:4, sino también para nunca, nunca dejar pasar un día o una hora sin buscar diligentemente hasta que esa pregunta sea respondida. Y una vez hallada la respuesta, no debe perder ni un momento en decidirse a recibir la limpieza y la justificación que preocupaba a Job cuando hizo esta pregunta: “¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?”
¿Cómo puede un hijo de Adán ser limpiado de sus pecados? ¿Cómo puede llegar a ser una persona justa? Las religiones del mundo han ofrecido miles de especulaciones sustitutas y falsas esperanzas; hemos sido guiados por Satanás, el dios de esta época, a inventar una multitud de planes religiosos inútiles para expiar el pecado y hacer que el pecador sea apto para algún tipo de existencia después de la muerte.
Siempre ha sido y será cierto, como está escrito en Proverbios 16:25 y Lucas 16:15 (las palabras del Señor Jesús), “Hay camino que parece derecho al hombre, Pero su fin es camino de muerte”… “Lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”.
Satanás se deleita en corromper las mentes incluso de los miembros de la iglesia en las tierras llamadas cristianas, apartándolos de la sencillez que hay en Cristo. (II Corintios 11:1-3). Satanás, transformado en ángel de luz, tiene miles y miles de hombres y mujeres religiosos engañados para ayudarlo a lograr introducir la herejía condenable y privar de la gracia de Dios a los miembros religiosos de la iglesia. Les hace confiar en otro evangelio. (II Corintios 11:1-3 y II Corintios 11:13-15… II Pedro 2:1,2 y Gálatas 1:6-9). Se nos dice en Hechos 15:24 que las almas de las víctimas de los mensajeros religiosos, que pervierten el evangelio de la gracia y frustran la gracia de Dios, son perturbadas.
LA PREGUNTA DE JOB RESPONDIDA EN GÁLATAS
Al leer Gálatas 2:11-15 y ver cómo los hermanos religiosos hicieron que Pedro se comprometiera, debemos escuchar atentamente las palabras de Pablo a Pedro en Gálatas 2:16, que de hecho es la respuesta a una parte de la pregunta de Job. “¿Cómo puede un hombre ser justo con Dios?” Hasta que sepamos la verdad de Gálatas 2:16, no podemos esperar entender la verdad acerca de ‘toda’ gracia en la Epístola de Pablo a los Efesios.
Escuche Gálatas 2:16:
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Seguramente Pedro había conocido esta gran verdad. ¿La había olvidado? ¿Le presionaron tanto los hermanos religiosos que olvidó la verdad que una vez conoció? Éstas son noticias maravillosas, buenas noticias para la raza humana. Acéptalas en su valor nominal completo. Créelas con todo tu corazón. Los insensatos gálatas se volvieron contra Pablo cuando éste trató de evitar que cayeran en desgracia. (Gálatas 5:1-4). Si hoy proclamas el mensaje de ‘toda gracia’ de Dios, es posible que te metas en problemas con los miembros religiosos de la iglesia, pero estarás bien ante el Señor.
La Epístola a los Gálatas debería haber sido dirigida, “A los GÁLATAS INSENSATOS.” (Gálatas 3:1). Los PERTUBADORES los habían vuelto “insensatos”. (Gálatas 5:12; cf. Hechos 15:24). Los perturbaron al pervertir el mensaje de gracia que Pablo recibió por revelación de Cristo. (Gálatas 1:11-13). El Dios de toda gracia juzgará a todo mensajero religioso que frustre la gracia de Dios y pervierta el evangelio de la gracia al traer los sacramentos y las prácticas religiosas del Antiguo Testamento de Israel a esta presente era y dispensación de la gracia. A Pablo se le ordenó escribir: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!”. (Gálatas 5:12). Los cristianos no están bajo la ley, sino bajo la gracia (Gálatas 3:25; Romanos 6:14).
Los religiosos, moralistas y guardianes de la ley de la época de Pablo lo odiaban por predicar Hechos 13:39: “y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él [Jesucristo] es justificado todo aquel que cree”. Cuando dijo: “He aquí, nos volvemos a los gentiles” (Hechos 13:46), y les predicó a ellos la justificación por gracia mediante la fe en la perfecta obra redentora del Señor Jesucristo, los religiosos que guardaban la ley lo apedrearon hasta que pensaron que estaba muerto. (Hechos 14:19-21).
Varios años más tarde, el Señor ordenó a Pablo que escribiera acerca de los “escogidos” y “los demás” de entre los que observaban la ley, religiosos y moralistas. Los escogidos encontraron la justicia que buscaban; pero los demás quedaron cegados. Así, Dios dividió a Israel en los días de Pablo en dos grupos.
“Los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel… no la alcanzó… porque iban tras ella por fe… pues tropezaron” (Romanos 9:29-33).
Entonces Pablo añadió, alrededor del año 60 d.C.:
…ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras…” (Romanos 11:5, 6)
ACEPTAR LA GRACIA DE DIOS POR LA FE
El Dios de toda gracia con mucho gusto otorgará Su gracia infinita y salvadora a cualquier hijo de Adán que esté dispuesto a recibirla. Es gracia abundante, gracia suficiente. Pero es gracia que ningún ser humano puede ganar mediante buenas obras o actos religiosos. Las mejores noticias que toda la raza de Adán puede oír, están registradas en los primeros ocho versículos del capítulo cuatro de Romanos. Uno de estos versículos habla de “la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras”.
Durante unos quince siglos Dios mantuvo a su nación religiosa bajo la LEY, encerrada en la fe que después Iba a ser revelada (Gálatas 3:23). En el Sinaí, Israel recibió un yugo que ningún israelita podía soportar. (Hechos 15:10). No pudieron soportar lo que se dijo cuando Dios dijo: “Harás y no harás” (Hebreos 12:20).
Se nos dice en el Salmo 14:2,3 que, durante el reinado de la LEY, Dios miró desde el cielo para ver si había en la tierra algún hombre justo que no hiciera pecado (Eclesiastés 7:20). No encontró ninguno. Algunos años más tarde, miró desde el cielo a su Hijo santo y sin pecado, y dijo: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 17:5). Este Amado Hijo verdaderamente dijo: “Yo hago siempre lo que le agrada [a Mi Padre]”. (Juan 8:29). “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46).
Este Hijo, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, era santo, inocente, sin mancha y apartado de los pecadores. (Hebreos 7:26).
En la cruz del Calvario, este Hijo sin pecado fue hecho pecado, para que los pecadores creyentes pudieran ser hechos justicia de Dios en él (II Corintios 5:21).
LA JUSTICIA DE DIOS EN CRISTO
¿Qué tiene que hacer un pecador injusto para estar ‘en Cristo’ y recibir la justicia de Dios? Recibir a Cristo y la justicia y la vida eterna de Dios por la fe.
La salvación, la justicia y la vida eterna son todos dones de Dios; “No por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8,9; Romanos 6:23; 5:17-21). Sólo la “justicia de Dios” dará entrada a un ser humano en el cielo. Todo ser humano puede tener la justicia de Dios, por gracia mediante la fe en el Señor Jesucristo y Su perfecta obra de redención.
Consideremos seriamente y en oración Romanos 4:4,5. y luego Romanos 3:24-28 y Efesios 1:6,7:
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Siendo justificados gratuitamente [sin causa] por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados… a fin de que él sea el justo y EL QUE JUSTIFICA al que es de la fe de Jesús… Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo ACEPTOS en el AMADO, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia
Mientras consideramos y analizamos en oración estas maravillosas declaraciones, consideremos con ellas Romanos 5:17:
_Porque si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de gracia y el don de la justicia
En estas Escrituras sobre gracia y justificación (justicia) que hemos citado, el Espíritu Santo ha presentado la verdad más maravillosa que jamás haya sido proclamada a pecadores condenados, arruinados y perdidos, todos los cuales son absolutamente impotentes y sin esperanza, sin la justificación por gracia mediante la fe en el amado Hijo de Dios y su perfecta obra redentora.
DIOS DESEA, ACEPTA, APRUEBA Y RECOMPENSA LAS BUENAS OBRAS DE LOS CREYENTES JUSTIFICADOS
Dios mantuvo a Su Nación religiosa (Israel) encerrada bajo la ley durante unos quince siglos para enseñarles a ellos y al resto de la raza humana que la Ley fue añadida para que el pecado abunde (Romanos 5:20); que la Ley era el maestro de escuela de Israel para llevar a Israel a Cristo a fin de que pudieran ser justificados por la fe en Cristo (Gálatas 3:24); que Cristo murió en la cruz para librar a Israel de la maldición de la Ley. (Gálatas 3:13).
A toda persona que realmente desee agradar a Dios le corresponde llegar a la conclusión registrada en Romanos 3:28: “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley”. En Romanos 4:4 hemos aprendido que ninguna persona, por muy religiosa o concienzuda y sincera que sea, puede abrirse camino hacia la gracia de Dios o alcanzar la justicia por buenas obras. En Romanos 10:10 se nos dice: “con el corazón se cree para justicia”. “…Dios es el que justifica… Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó”. (Romanos 8:33,34) Leemos en Romanos 4:6 de la bienaventuranza (felicidad) del hombre a quien el Señor imputa justicia sin obras.
“…al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5). En Romanos 5:6,9 leemos que Cristo murió por los impíos; que los impíos que creen son justificados en la sangre de Cristo.
En Efesios 1:6,7 aprendimos que los impíos que creen son aceptos en Cristo, en quien tienen redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados, según las riquezas de la gracia de Dios. En Romanos 3:24-28 aprendimos que los creyentes son justificados gratuitamente por la gracia de Dios mediante la fe en la obra redentora del Señor Jesús, Quien, en la cruz, se convirtió en la propiciación por los pecados del mundo entero. (I Juan 2:2).
El creyente justificado es hechura de Dios; creado en Cristo Jesús. (Efesios 2:10). “A los que [Dios] llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” (Romanos 8:30). El creyente justificado, que es justificado por la gracia de Dios y por la fe en la sangre derramada del Señor Jesucristo, hechura de Dios, es creado en Cristo Jesús “PARA BUENAS OBRAS”. (Efesios 2:10).
Se nos dice en 1 Corintios 3:13,14, “la obra de cada uno, cuál sea, el fuego probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó [ sobre Cristo el fundamento], recibirá recompensa”.
Pero tenga en cuenta Gálatas 2:21: “si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.
Se nos dice en Tito 2:11 que “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres”. Por la gracia de Dios, el Señor Jesús gustó la muerte por todos los hombres (Hebreos 2:9). Cuando el Señor Jesús, en la cruz, se dio a sí mismo en rescate por todos (I Timoteo 2:4-6), Él fue hecho pecado para que los creyentes pecadores pudieran ser hechos justicia de Dios en Cristo. (II Corintios 5:21). “La justicia de Dios en Cristo”.
La fe del creyente se cuenta por justicia. La justicia de Dios es imputada al pecador creyente que se encuentra con Dios en el Calvario y por fe recibe a Cristo como su Salvador y su justicia. Cristo es la justicia del creyente. (I Corintios 1:30). El pecador que no recibe la justicia de Dios antes de dejar este mundo, no será recompensado por sus buenas obras, sino que se perderá eternamente a causa de sus malas obras y de su incredulidad. (Ezequiel 33:13, Apocalipsis 20:13-15, Juan 3:16-19,36; Romanos 2:3-11). Lea Apocalipsis 21:8.
LOS CREYENTES JUSTIFICADOS SON VIVOS DE ENTRE LOS MUERTOS
En el quinto capítulo de Romanos, a los hijos de Adán, alienados, injustos y muertos, se les dice que pueden ser reconciliados y justificados por la gracia de Dios, y recibir vida: “reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia”. A los creyentes justificados y reconciliados se les instruye en Romanos 6:13; “Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.
El pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5:21)
Dios no aprueba ni recompensa las buenas obras de ninguna persona que no esté viva de entre los muertos. El religioso autojustificado, moralista y concienzudo, que rechaza a Cristo, incrédulo, abundante en buenas obras, está tan muerto a los ojos de Dios como lo está el malvado incrédulo que abunda en malas obras. Hay una gran diferencia entre ser moral y religioso y ser justo y espiritual. Aparte de la gracia de Dios y la obra de Cristo en la cruz, “no hay justo; ni aun uno” y ningún hijo de Adán está vivo de entre los muertos.
A los creyentes, que están vivos de entre los muertos, reconciliados por la muerte de Cristo (Romanos 5:9-11), justificados gratuitamente por la gracia de Dios (Romanos 3:24), esta es la instrucción de Dios con respecto a las buenas obras: “estad firmes y constantes, CRECIENDO en la obra del Señor siempre; sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (I Corintios 15:58).
En este mismo capítulo quince de Primera de Corintios testificó el apóstol Pablo: “su gracia [de Dios] no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (I Corintios 15:10).
LA GRACIA ABUNDANTE DE DIOS POR ABUNDANCIA DEL PECADO Y POR ABUNDANCIA DE OBRAS
Seguramente toda persona racional y pensante sabe que el pecado abunda. Para estar siempre consciente de esta verdad, Dios haría que cada miembro de la raza humana pensara en Romanos 5:20 y midiera las faltas y fracasos de los hijos de Adán por los diez mandamientos de Dios, sabiendo que el pecado es transgresión de la ley. La ley fue dada en el Sinaí para que el pecado, que entró por Adán en el Edén, abunde. “Por la ley es el conocimiento del pecado” y todo el mundo es culpable ante Dios. (Romanos 3:19,20).
Pero, escuche nuevamente las buenas noticias en la última parte de Romanos 5:20: “cuando el pecado abundó, SOBREABUNDÓ la gracia”. El pecador más culpable y vil puede encontrar que la gracia salvadora, redentora y abundante de Dios es totalmente suficiente para salvarlo, justificarlo y guardarlo. El miembro de la Iglesia moral, recto, sincero y religioso, pero no salvo, necesita esta misma gracia.
Aunque el pecador redimido y justificado es guardado por la gracia y el poder de Dios, debe tener cuidado de mantener buenas obras (Tito 3:8), debe crecer siempre en la obra del Señor, por la gracia de Dios. “Poderoso es Dios, para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. (II Corintios 9:8).
Así como las mejores obras de la persona más moral, religiosa, concienzuda y sincera que rechaza a Cristo no son aceptables para Dios, la gracia divina no es aceptable para la mayoría de estos respetables incrédulos. Al igual que Israel en Romanos 10:1-4, ellos, siendo ignorantes de la justicia de Dios, andan tratando de establecer su propia justicia, negándose a someterse a la justicia de Dios que es por la fe en Cristo Jesús.
Al hacer nuevamente la pregunta acerca de toda gracia en 2 Corintios 9:8, que Dios puede hacer abundar, para que los creyentes salvos por esa gracia todo suficiente, abunden en buenas obras, “¿cuánta gracia es toda gracia?”, tratemos sinceramente de comprender el significado completo de Efesios 1:3, que los creyentes son bendecidos con todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales. No hay escasez de la gracia ni de las bendiciones espirituales. La escasez es de parte del creyente; escasez de una fe apropiada; escasez de un verdadero deseo y voluntad de reclamar la gracia y las bendiciones. Por supuesto, puede haber una escasez de conocimiento espiritual.
Entonces, ¿quién puede medir, calcular o incluso estimar el gran poder que Dios obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo exaltó sobre todo principado y potestad en los lugares celestiales? En Efesios 1:19-23 se nos dice que este mismo supereminente poder Divino está disponible para todos los creyentes que han sido “aceptos” en Cristo y han recibido redención y perdón de pecados, de acuerdo con las riquezas de la gracia de Dios. (Efesios 1:6,7). ¿Quién puede medir, calcular o estimar “las riquezas de la gracia de Dios”? Lea Efesios 2:7 antes de intentar responder esta pregunta. Mientras medimos, calculamos y estimamos, podríamos preguntarnos: ¿Qué pasa con Efesios 3:20?: “aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”
Así hemos aprendido que Dios todopoderoso ha puesto a disposición de aquellos que son Sus hijos por la fe en el Señor Jesucristo Su poder ilimitado y Su gracia ilimitada, y que Él los ha bendecido con todas las bendiciones espirituales en los cielos.
Ciertamente Dios, Quien quiere que todos los hombres sean salvos por la fe en Su Hijo que se dio a Sí mismo en rescate por todos (I Timoteo 2:4-6), hará que todos Sus hijos salvos aprovechen al máximo Su gracia ilimitada, Su poder ilimitado y Sus bendiciones espirituales ilimitadas en los cielos. Además, no quiere que olviden ni por un momento el requisito de Colosenses 3:17: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
LA DISPENSACIÓN DE LA GRACIA PARA LOS GENTILES
Mientras pensamos en Romanos 5:20, estudiado con Efesios 3:1-3, gracia muy especial para los gentiles, consideremos con oración y cuidado algunas otras Escrituras que describen la terrible condición espiritual, el terrible y pecaminoso estado de los gentiles desde el momento en que Pablo dijo, en Hechos 13:46, “he aquí, nos volvemos a los gentiles”, hasta que escribió en su mensaje de despedida acerca del eterno propósito de la GRACIA de Dios, y luego agregó, “de lo cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles” (II Timoteo 1:9 al 11). En este estudio y consideración, ciertamente aprenderemos por qué aquellos gentiles arruinados necesitaban la gracia “todo suficiente”, la gracia “sobreabundante”, la gracia “sobreabundante” del Dios de toda gracia. Esta es también la mayor necesidad de cada miembro de la raza humana en este año 1955 d.C.
Nótese nuevamente Romanos 5:20: “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Ahora Efesios 3:1-3. “Yo, Pablo, prisionero de Jesucristo por vosotros los gentiles; si es que habéis oído hablar de la ADMINISTRACIÓN [DISPENSACIÓN] DE LA GRACIA DE DIOS”, que me fue dada para con vosotros… por revelación”. Observe en Gálatas 1:11-12 que el evangelio de la “GRACIA” le fue dado a Pablo por revelación de Jesucristo; no en las grandes comisiones de Mateo 28:19-20 y Marcos 16:14-16.
“PARA CON VOSOTROS [GENTILES]”. Según 1 Corintios 12:2, “cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos”. Según 1 Tesalonicenses 1:9, “cómo os convertisteis de los ídolos a Dios”. Según I Corintios 6:9-11: “y esto [fornicarios, idólatras, adúlteros, ladrones, avaros, borrachos, ladrones] erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el Nombre del Señor Jesús”. Según Efesios 2:1-6, Efesios 2:11-12 y Efesios 4:18, los gentiles habían estado muertos en pecados; eran por naturaleza hijos de ira; ateos, sin esperanza, alejados de la vida de Dios. Según Colosenses 1:21 y Colosenses 2:13, “estraños y enemigos… haciendo malas obras… ahora os ha reconciliado”, “…estando muertos en pecados… os dio vida”.
Seguramente vemos que aquellos gentiles del primer siglo necesitaban la gracia “sobreabundante” del Dios de toda gracia. ¿Y tú? Yo la necesitaba tanto como ellos. Mi testimonio es Efesios 1:6,7 y Gálatas 6:14.
LA DISPENSACIÓN DEL MISTERIO POR REVELACIÓN
Quizás toda persona salva realmente necesita recibir el Espíritu de sabiduría y revelación, para tener los ojos de su entendimiento tan iluminados (Efesios 1:15-17) que pueda comprender el significado de “la dispensación de la gracia” de Efesios 3:1-3, llamada “la dispensación del misterio” en Efesios 3:9.
La palabra griega traducida dispensación es, en Lucas 16:2, ‘mayordomía’. El apóstol Pablo era el mayordomo del Señor. Fue el fiel administrador de Cristo de los misterios de Dios (I Corintios 4:1-4). Todo ministro de Cristo debería serlo. Pablo testificó, en 1 Corintios 9:17, “la comisión [mayordomía] me ha sido encomendada”. Al leer el testimonio de Pablo en 1 Corintios 3:10, seguramente debemos creer que, en lo que respecta al evangelio de la gracia y la dispensación para los gentiles, Pablo era el “mayordomo principal” de Cristo. Honró su ministerio como apóstol de los gentiles. (Romanos 11:13, I Timoteo 2:7, II Timoteo 1:11). Dios llamó a Pablo, por Su gracia, para revelar a Su Hijo en Pablo, a fin de que Pablo pudiera predicarlo entre los gentiles. (Gálatas 1:15,16). En II Timoteo 1:12, el apóstol Pablo habló de su “depósito”. Pablo sufrió como malhechor en la cárcel, por Cristo y por los gentiles. (Efesios 3:1; 6:19,20; II Timoteo 2:8,9 y Colosenses 4:3,4).
¿Por qué fue llamada la dispensación o mayordomía o administración de la gracia de Dios para los gentiles, “la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios”? (Efesios 3:9). ¿Por qué el Dios omnisciente esperó tanto antes de revelar los dos grandes misterios de Romanos 11:25, Efesios 3:1-2 y Colosenses 1:24-26?. “a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”, “la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosostros [los gentiles]”, “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades”.
Observe por qué, en II Corintios 12:4-11, Dios permitió que Pablo sufriera con un aguijón en la carne, “para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente”. No es de extrañar que Pablo testificara que era menos que el más pequeño de todos los santos, para poder, por la gracia que le había sido dada, predicar las inescrutables riquezas de Cristo entre los gentiles. (Efesios 3:8).
Por la pluma de Pablo los santos justificados son instruidos, en Romanos 16:25, cómo ser conformados… “según mi evangelio [de Pablo] y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido en oculto desde tiempos eternos”.
LA GRACIA DE DIOS SE HA MANIFESTADO
En Tito 2:11 leemos que la gracia de Dios que trae salvación se ha manifestado a todos los hombres. ¿Cuándo se manifestó la gracia de Dios a todos los hombres? ¿No apareció la gracia de Dios a los hombres años, incluso siglos, antes de que el apóstol Pablo testificara (unos veinticinco años después de la muerte de Cristo), “con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios?” (Hechos 20:24). Fue por una revelación especial del Cristo resucitado y glorificado que el apóstol Pablo recibió el evangelio de la “gracia” y “la dispensación de la gracia de Dios” (Gálatas 1:11-12 y Efesios 3:1-3).
En I Timoteo 1:11-14 tenemos otro testimonio de la pluma y el corazón de Pablo, “según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado… Cristo Jesús… me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio… la gracia de nuestro Señor fue más abundante”. También en II Corintios 4:4 el evangelio, que Pablo llamó MI EVANGELIO (Romanos 2:16), se llama glorioso evangelio (Romanos 16:25).
Así vemos que el Cristo resucitado y glorificado, mediante revelaciones muy especiales, envió a Pablo con el evangelio de la gracia, el evangelio de la gloria.
Al comparar el ministerio de Pedro y los Once en el Libro de los Hechos con el de Pablo, encontramos algunas diferencias reales entre el evangelio que predicaron los Doce y el evangelio de la gracia que Pablo predicó a los gentiles. Sin embargo, algunos años después fue el apóstol Pedro quien llamó a Dios “EL DIOS DE TODA GRACIA” (I Pedro 5:10). Fue el apóstol Pedro quien escribió que los siervos de Cristo son mayordomos de la multiforme gracia de Dios, quien escribió sobre la “VERDADERA GRACIA” en la que estáis. (I Pedro 4:10 y 1 Pedro 5:12). “Coherederos de la gracia de la vida” (I Pedro 3:7).
LA GRACIA DIVINA NO COMENZÓ CON PEDRO Y PABLO
En Salmos 84:11 leemos: “Gracia y gloria dará Jehová; No quitará el bien de los que andan en integridad”. En Proverbios 3:34 leemos que el Señor da gracia a los humildes. Esto se confirma en Santiago 4:6 y en 1 Pedro 5:5.
Al referirnos a la nación escogida de Dios, Israel, su pasado y futuro, leemos, en Jeremías 31:2, “el pueblo que escapó de la espada, halló gracia en el desierto”. Seguramente se necesitaba la gracia divina, y se necesitará nuevamente “en el desierto”. ¿Qué pasa con el desierto actual? Para la gran mayoría de los seres humanos hoy en día, la gracia de Dios no sólo no se utiliza, sino que no se desea. Miles y miles de miembros de iglesias religiosas prefieren sus actividades religiosas a la gracia “sobreabundante” del Dios de toda gracia. Los pecadores religiosos perdidos, y otros pecadores perdidos, obviamente no están tomando en cuenta el costo, la locura y la tragedia de despreciar o rechazar la gracia salvadora de Dios. Aquí está la palabra de Dios a estos hijos de Adán necios y condenados: “horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo”; “pues conocemos al que dijo: “Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor”. (Hebreos 10:28-33).
¿CUÁNTA GRACIA SE NECESITABA EN LOS DÍAS DE NOÉ?
En Génesis 6:8, leemos: “PERO Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. Si lees los versículos que preceden inmediatamente a Génesis 6:8, captarás más el significado de la palabra “PERO”. “La maldad de los hombres era mucha en la tierra… Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. ‘Y dijo Jehová: “Raeré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado”’. Dios dio a los que vivieron en los días de Noé una justa advertencia sobre el terrible juicio que les esperaba. Su advertencia no fue escuchada. La gracia salvadora estaba disponible. Noé encontró esa gracia. Esta era actual y la dispensación de la gracia terminarán muy repentinamente. Luego, según la Declaración del Señor Jesucristo, “como fue en los días de Noé, así será en los días del Hijo del Hombre”. (Lucas 17:26).
El corazón humano es desesperadamente malvado y engañoso, como Dios ha declarado en su libro (Jeremías 17: 9). En esta era del racionalismo y materialismo y religiones falsificadas satánicas, el espíritu de la indiferencia apática, con respecto a la salvación de la ira de Dios, parece tener el control de la gran mayoría de los hijos de Adán. Esta edad se describe correctamente, en Gálatas 1:4, como “el presente siglo malo”. Satanás, el gran engañador, es verdaderamente “el dios de este siglo”. Seguramente la gran mayoría de las personas en las llamadas tierras cristianas, las tierras de la Biblia y la llamada religión cristiana, son amantes del placer más que amantes de Dios, si es que de hecho Dios está en sus pensamientos.
En medio del actual vergonzoso sectarismo, ritualismo, modernismo y fanatismo, muchos miembros religiosos de la iglesia y millones de pecadores que no están en las iglesias, rechazan deliberadamente e intencionalmente la salvación de la gracia de Dios. Otras personas sinceras, celosas y religiosas, en grandes cantidades, parecen ser ignorantes o temerosos de la gracia de Dios. Muchos de ellos están dispuestos a recibir una cantidad limitada de gracia divina mezclada con sus sacramentos religiosos, ordenanzas carnales, salvación por agua, señales y visiones; pero temen y tiemblan cuando se les pide que crean II Timoteo 1:9, Efesios 2:8,9 y Romanos 3:24-28: “quien nos salvó y llamó con llamado santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”. “Por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. “Siendo justificados gratuitamente (sin causa) por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Nuevamente hacemos la pregunta:
¿CUÁNTA GRACIA ES DEMASIADA GRACIA?
Los enemigos voluntarios, intencionales de la gracia de Dios, así como los confundidos, ignorantes, celosos, religiosos, que aprecian un evangelio pervertido, acusan al mensajero del Señor, que anuncia el evangelio de la gracia sin rebajar, de predicar demasiada gracia. En lugar de avanzar al mensaje y el programa de Toda Gracia, que el Cristo resucitado y glorificado dio a la raza humana a través del apóstol Pablo, levantan el eslogan “de vuelta a Pentecostés” o “de vuelta a Jesús y los Evangelios sinópticos”.
Los modernistas prefieren la moral y la ley y las enseñanzas religiosas de Jesús de Nazaret en el Sermón del Monte y la Regla de Oro, al mensaje de Hechos 13:39 y Romanos 3:24-26: Justificación por la gracia de Dios a través de la fe en el Cristo crucificado, resucitado y glorificado, eterno, sin pecado, omnipotente. Están más interesados en un programa de educación religiosa, para enseñar a los pecadores en la salvación, que en enseñar el nacimiento virginal y la deidad eterna del Señor Jesucristo, su sufrimiento vicario en la cruz, su resurrección corporal, su ascensión y su actual ministerio para los santos como Abogado en la presencia de nuestro Padre Celestial. (Hebreos 7:25; Hebreos 9:24)
Las personas religiosas, que quieren que el Jesús que predican sea un Ayudador, en lugar de un Salvador, quieren sentir que realmente merecen y ganan el favor de Dios al practicar la ética de Jesús. Pertenecen a la sociedad “hazlo tú mismo”. Por supuesto, deben pensar que Pablo enseñó error cuando dijo “no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración… [para ser] justificados por su gracia…” (Tito 3: 5-8). Prefieren ganar el perdón de pecados, mediante su obra de perdonar a los demás, según Mateo 6:14-15 y Mateo 18:34-35, en lugar de creer y aceptar la verdad de Colosenses 2:13 y Efesios 4:32, y saber que por el evangelio de la gracia el creyente tiene todos sus pecados perdonados, gracias a Cristo.
Los ritualistas y los miembros religiosos de la iglesia religiosa de Pentecostés prefieren el mensaje de Juan el Bautista y el mensaje de Pedro a Israel el día de Pentecostés, “Bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados”, al Evangelio de la gracia que citamos en Tito 3:5-8. Cuando Pedro y los once predicaron el evangelio del reino a Israel en el día De Pentecostés, el Señor resucitado aún no había revelado su evangelio de Gracia para los gentiles, en respuesta a la caída de Israel (Romanos 11:11). El mensaje Pentecostal de Pedro no era ‘el evangelio de la gracia de Dios’ para los gentiles.
LA GRACIA EN OTRAS EDADES Y DISPENSACIONES
En los treinta y nueve libros desde Génesis hasta Malaquías, la gracia de Dios para la raza humana se menciona en unos doce capítulos; en la mayoría de ellos solo una vez. Dios ciertamente manifestó su gracia a Abel, Enoc, Noé y Sem. En varios capítulos de Génesis, comenzando con Génesis 12:1 aprendemos que la gracia de Dios hizo maravillas con Abraham. Dios manifestó su gracia a Israel bajo la ley, en su provisión para que recibieran sus bendiciones en el Propiciatorio rociado de sangre. En un sentido muy limitado en el Antiguo Testamento, la gracia de Dios se mostró hacia los gentiles, que eran ajenos de la ciudadanía de Israel. Según el registro divino, unos pocos gentiles, muy pocos, recibieron bendiciones del Señor Jesús mientras estaba en la tierra, como enviado solo a Israel (Mateo 15:21-28). Ciertamente, el Señor Jesús manifestó su gracia a Israel, tanto antes como después de su muerte y resurrección, especialmente en Hechos 3:12-21, Lucas 23:34 y Hechos 3:26. Sin embargo, es interesante y significativo tener en cuenta que, mientras hay alrededor de 2900 versos en Mateo, Marcos y Lucas, y la palabra gracia, en conexión a la salvación del pecador, no se menciona una vez.
LA GRACIA VINO POR JESUCRISTO
En el Evangelio de Juan, la palabra gracia se encuentra cuatro veces. Pero cuando leemos en Juan 1:17, que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo, o en Juan 1:14, que Cristo estaba lleno de gracia y de verdad, o en Juan 1:16, “de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”, no debemos entender que “la dispensación de la gracia de Dios para los gentiles”, mencionada en Efesios 3:1-3, comenzó con el Ministerio de Jesús de Nazaret en la Tierra de los Judios. (Hechos 2:22; 10:36-39; Mateo 15:24).
El Señor Jesús en la tierra era el ministro de Dios para Israel (Hechos 13:23; Romanos 15:8). Fue nacido bajo la ley (Gálatas 4:4). Pero aunque el Hijo de Dios nació, vivió y ministró bajo el pacto de la ley, proclamó mucha verdad relacionada con el nuevo pacto, y ciertamente manifestó la gracia abundante de Dios al tratar con los transgresores de la ley. Como no tenemos una palabra en inglés que nos de el significado completo de la palabra gracia, no podemos explicar en una breve oración, o incluso en dos oraciones largas, el significado completo del Evangelio de la gracia. Bendita de hecho es la persona que sabe que el Evangelio (buenas noticias) por el cual se puede salvar cualquier tipo de creyente es la verdad de que Cristo murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó al tercer día y, conociendo esta maravillosa verdad, ha creído en el salvador de su alma. Sin embargo, hay algo más en El misterio del Evangelio de Efesios 6:19,20, que el evangelio salvador registrado en I Corintios 15:1-4.
EL MENSAJE DE ‘TODA GRACIA’ EN LAS ÚLTIMAS EPÍSTOLAS DE PABLO
Si lee y estudia los trece capítulos de II Corintios y anota la palabra gracia trece veces en esa epístola, dirás que los miembros de la asamblea en Corinto ciertamente necesitaban gracia abundante, y entenderás por qué Pablo los exhortó en II Corintios 6:1; “que no recibáis en vano la gracia de Dios”. En Efesios, contando la forma verbal en Efesios 1:7, la palabra “gracia” también se encuentra trece veces. Efesios es en gran medida una epístola de “gracia”. Para estar preparado para el mensaje de Toda Gracia en Efesios y II Timoteo, los santos de Dios deberían leer las epístolas a los Romanos y a los Gálatas varios cientos de veces, y luego estudiar diligentemente las epístolas bajo la guía del Espíritu Santo, marcando la palabra gracia encontrada veinticuatro veces en Romanos; y en Gálatas siete veces.
Es muy interesante notar que en el ministerio oral de Pablo registrado en el libro de los Hechos, y en sus epístolas, encontramos la palabra gracia ciento cinco veces. Compare esto con la ausencia de la palabra en los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), y con los doce capítulos, en los treinta y nueve libros, desde Génesis hasta Malaquías. Lo más interesante es la conversación de Moisés con el Señor con respecto a la ‘gracia’ en el Éxodo 33:12-23. Lea este pasaje.
ACOMPÁÑENOS A VIAJAR CON ESTA GRACIA
En II Corintios 8:19 Pablo menciona a los elegidos para viajar con nosotros con esta gracia. ¿Alguna vez has viajado desde Mateo 1:1 a través de los cuatro Evangelios y de Pentecostés hasta la declaración final de Pablo sobre la gracia en II Timoteo 1:9? Es casi imposible hacer que los miembros de la iglesia religiosa viajen con la gracia, y naveguen con Pablo.
Es cierto que Abel, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y los hijos de Israel encontraron gracia a los ojos del Señor, antes de que la ley se diera en el Sinaí, que Israel encontró una gran gracia durante el reinado de la ley, incluidos los varios años del Ministerio Terrenal del Señor Jesús. Seguramente ese ladrón penitente en la cruz encontró gracia a los ojos del Señor. En ese momento, el Hijo de Dios, por la gracia de Dios, que estaba probando la muerte por cada hombre (Hebreos 2:9), oró por sus asesinos, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. (Lucas 23:34). Eso fue gracia. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosostros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros por su pobreza fueseis enriquecidos” (II Corintios 8: 9).
Cuando Dios estaba dispuesto a perdonar el gran pecado de Israel, el asesinato del Príncipe de la Vida (Hechos 3:12-17), fue de hecho gracia abundante. El “porqué” se explica en Hechos 3:18 y Hechos 5:29-32.
GRACIA ANTES Y DESPUÉS DE LA CAÍDA DE ISRAEL
Tenga en cuenta la obra de Dios y la obra de Israel en Hechos 2:38: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Como había gracia para los padres, y para Israel antes y durante el reinado de la ley, había gracia para Israel en el evangelio del reino proclamado antes de que el apóstol Pablo fuera enviado con el evangelio de la gracia a los gentiles. Pero la gracia para los pecadores bajo la ley y durante los años que Pedro estaba usando las llaves del reino no era “la dispensación de la gracia de Dios para los gentiles” (Efesios 3:1-3).
LA CAÍDA DE ISRAEL, EL NUEVO ACUERDO PARA LOS GENTILES
Debemos tener en cuenta, con verdadero interés y entusiasmo, las declaraciones en Romanos 11:30, Romanos 11:12 y Romanos 11:15; la verdad de que los gentiles obtuvieron misericordia divina especial debido a la incredulidad de Israel, la verdad de que debido a la transgresión y exclusión de Israel de las riquezas especiales de Dios, estás fueron presentadas a los gentiles. Cuando, y a causa de que, Israel fue expulsado, Dios envió el ministerio y el mensaje de reconciliación a los gentiles.
Después de que el apóstol Pablo dijo, en Hechos 13:46, “puesto que la desecháis [Israel], y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles”, después le dijo a Israel en Hechos 18:5,6 “Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles”, después del terrible juicio de I Tesalonicenses 2:14-16 pronunciado sobre Israel, Dios marcó el comienzo de una nueva dispensación, y gradualmente cambió su programa espiritual. Este programa se llevará a cabo hasta que llegue la plenitud de los gentiles, hasta la realización de la bendita esperanza de Tito 2:13. Con este cambio, el apóstol Pablo fue enviado a proclamar la verdad de II Corintios 5:16-21, y luego dar a conocer la verdad divina con respecto al eterno propósito de la gracia de Dios con respecto al “cuerpo” de Efesios 3:6. Luego se le indicó a Pablo que escribiera la voluntad de Dios con respecto a “la dispensación del misterio”; “aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios” (Efesios 3: 9).
Se espera que cada ministro de Cristo sea, y debería ser, un fiel mayordomo de los misterios de Dios. (I Corintios 4:1-4). Un mayordomo tan fiel debería ver de un vistazo la gran diferencia entre el mensaje de Hechos 10:34-38 de Pedro a los gentiles, antes de la caída de Israel, y el mensaje en Romanos 4:4-5 de Pablo a los gentiles, después de la caída. Tal ministro de Cristo debería saber por qué el apóstol Pablo nunca predicó el mensaje en Hechos 2:38, de Pedro, a los gentiles en el programa de Gracia del Señor. Si comparará Hechos 2:38, predicado a Israel el día de Pentecostés antes de la caída de Israel, con Tito 3:5-8, después de la caída, debería ver que hay casi tanta diferencia como existe entre la ley y la gracia.
LA GRACIA DE DIOS ENSEÑA Y CAPACITA A LOS CRISTIANOS
Seguramente hemos aprendido por qué se ha dicho verdaderamente que el significado completo de la gracia divina no puede expresarse con ninguna palabra inglesa, y por qué no tenemos forma de calcular, medir o estimar “las riquezas de la gracia de Dios”.
Sin embargo, es difícil entender por qué los miembros de la iglesia religiosos, tanto no salvos como salvos, están decididos a ignorar o limitar la gracia de Dios. En sus vidas religiosas, muchos de ellos han adoptado el eslogan y el programa de “hágalo usted mismo”. No les interesa unirse al cristiano “número uno” de todos los tiempos en su testimonio, “Por la gracia de Dios, soy lo que soy”. (I Corintios 15:10). Luego hay algunos espléndidos miembros de la iglesia religiosos, salvos que parecen tener miedo de la gracia de Dios. Además, el hecho deplorable es que más del noventa y cinco por ciento de los santos de Dios no entienden el significado de “la dispensación de la gracia de Dios”. (Efesios 3:1-3). Ponte a prueba escribiendo tu definición de “El evangelio de la gracia”.
La gracia de Dios permitió al apóstol Pablo trabajar más abundantemente que otros santos (I Corintios 15:10); ser el sabio “perito arquitecto” (I Corintios 3:10), y predicar a los gentiles las riquezas inescrutables de Cristo. (Efesios 3:8). Este fue el apóstol de Cristo, que usó la palabra “gracia”, ciento cinco veces, que descubrió que la gracia es todo suficiente para cada tarea y cada prueba. ¿Puedes unirte a Pablo, diciendo: “No desecho la gracia de Dios”? Fue Pablo quien se refirió a la gracia de Dios para los santos y para los pecadores como la gracia sobreabundante (Romanos 5:20; II Corintios 9:8).
Quizás después de leer Romanos 5:21 mil veces en oración, en el Espíritu, deberíamos comenzar a comprender su significado: “para que así como el pecado reinó para muerte, así también reine la gracia por la justicia para vida eterna por Jesucristo, Señor nuestro”. Comprender Romanos 5:17, primero, nos ayuda a comprender Romanos 5:21. Veamos Romanos 5:17: “mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia, y del don de la justicia”.
El Dios de toda la gracia quiere otorgar su sobreabundante gracia, su gracia todo suficiente, a cada persona en esta tierra. La gran mayoría de la raza de Adán no tiene la voluntad o el deseo de recibir esta maravillosa, incomparable y divina gracia. Nos preguntamos cuántos pastores, evangelistas y maestros bíblicos son responsables, al menos en parte, por la ignorancia nacional de la gracia de Dios, que Pedro define como la “verdadera gracia de Dios, en la cual estáis” (I Pedro 5:12). Miles de predicadores, en púlpitos y por radio, ocasionalmente llaman al mensaje que están proclamando “el evangelio de la gracia”, cuando la verdad es que están predicando un evangelio pervertido, que perturba el alma (Hechos 15:24).
Cuán pocos cristianos realmente experimentan y se regocijan en la verdad de Efesios 4:7, “a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”.
¡Qué tragedia que miles de miles de miembros religiosos de la iglesia caen en desgracia al agregar sus acciones religiosas a la gracia de Dios, para evitar caer en desgracia! (Gálatas 5:4). ¡Piense en el crimen espiritual de traer al frente, desde Levítico y Éxodo y Números, en esta era actual y dispensación y programa de gracia, algunos de los sacramentos y ceremonias religiosos para hacer más eficaz la gracia de Dios y la obra redentoravperfecta del Señor Jesús! Cuando el Cristo omnipotente, omnisciente, eterno, divino y sin pecado clamó “consumado es” en la cruz, y luego entró en el cielo y por su propia sangre preciosa, obtuvo la redención eterna para nosotros (Hebreos 9:12), Dios anuló el acta de los decretos que nos era contraria, clavándola en la cruz de Cristo, el Cristo que luego se convirtió en el fin de la ley, para justicia a todos aquel que cree. (Colosenses 2:13-16; Romanos 10:4).
Dios es un Dios celoso. Sea muy, muy cuidadoso de pervertir su evangelio de la “gracia”, o desechar su “gracia”. De hecho, es un crimen espiritual, por el cual todos los que afirman ser administradores del Señor seguramente darán cuenta. Lea el testimonio de Pablo en Gálatas 6:14, Filipenses 3:7-8 y Filipenses 1:21, y conviértalo en su testimonio y experiencia. No tengas miedo de la gracia de Dios. Lee, cree y considera con cuidado y en oración la verdad de Romanos 11:6: “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”.
REPITIENDO EL GRAN ERROR DE ISRAEL
Millones de gentiles religiosos hoy están cometiendo el mismo error serio y fatal que la nación religiosa de Dios, Israel, cometió en el primer siglo cristiano, el error que trajo su caída: “mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó… Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, tropezaron en la piedra de tropiezo” (Romanos 9:31,32). ¿Por qué los gentiles religiosos de 1955 no se benefician del gran error del Israel religioso? ¿Por qué no creen y reciben en su valor nominal total la gloriosa verdad de II Corintios 5:21 y 8:9, la verdad de que el Señor sin pecado, Jesucristo, se hizo pecado en nuestro nombre, cuando entregó el espíritu en la cruz, para que los creyentes pudieran ser hechos “justicia de Dios” en él?. “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”. Las riquezas de la gracia de Dios para toda la raza humana hablan de la verdad de Romanos 11:12, que cuenta la transgresión y la excusión del Israel religioso, porque se negaron a ser salvados por la gracia infinita del Dios de toda gracia: “Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?”. Los israelitas cegados en esta época y dispensación y reinado de la gracia son espiritualmente muy pobres. Muchos de ellos son ricos en posesiones mundanas. Junto con muchos gentiles, están poco influenciados por las palabras de su propio Mesías en Lucas 12:15 y Lucas 16:15: “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”, “Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”.
La justicia propia puede ser un pecado mucho más mortal que el asesinato y el adulterio. El mayor error que cualquier persona en la tierra puede cometer es rechazar al Señor Jesucristo como Salvador, el Salvador de la terrible ira de Dios.
Aunque Satanás, el Dios de este siglo, es responsable de la incredulidad de los pecadores perdidos y condenados (II Corintios 4:4-5 y Juan 3:17-19), a cada hombre o mujer racional en esta tierra de la Biblia, Dios está repitiendo hoy el cargo de Romanos 2:1; “Eres inexcusable, oh hombre”. En Romanos 1:20 aprendemos que antes del Señor Jesús y el Espíritu Santo vinieran del cielo, mucho antes de que el Cristo resucitado le diera a Pablo el Evangelio de la Gracia y la dispensación de la gracia, la raza humana no tenía excusa.
Recuerda las grandes verdades de Juan 3:17, I Timoteo 2:4-6 y Efesios 2:8-10: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”, “[Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Solo las personas que han sido redimidas a la manera de Dios, “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3:24-26), puede”caminar en el Espíritu” y, por lo tanto, cumplir con la justicia de la ley. (Gálatas 5:25; Romanos 8:4). A menos que, y hasta que una persona tenga al Espíritu Santo, esa persona no puede complacer a Dios (Romanos 8:8,9). Cuando el pecador creyente se encuentra con Dios en el Calvario y recibe a Cristo, ese creyente recibe libremente la justicia de Dios y el Espíritu Santo. (Gálatas 3:14; Efesios 1:13,14). No hay otros requisitos: ni ordenanzas, ni ceremonias religiosas, sin dignidad, sin méritos, sin buenas obras por parte del pecador creyente. “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:6-10). Los creyentes justificados son santos y son templos del Espíritu Santo. Se les exhorta a “caminar como conviene a santos” (Efesios 5:1-4); a “absteneos de toda especie de mal” (I Tesalonicenses 5:22); ser luminares en medio de una generación torcida y perversa, asiendo la palabra de vida(Filipenses 2:14 a 16).
NO HAY PECADO IMPERDONABLE EN ESTA ERA Y DISPENSACIÓN DE GRACIA
En la epístola a los efesios, aprendemos cómo los pecadores muertos se convirtieron en santos vivos, “Por gracia, por medio de la fe” (Efesios 2:8-10). Esos santos vivos habían sido pecadores muertos, alienados de la vida de Dios, por naturaleza, hijos de ira. (Efesios 2:1-3; 4:18). Antes de que recibieran la gracia de Dios y al Hijo de Dios, ninguno de sus pecados había sido perdonado; pero ninguno de ellos era imperdonable. Cuando creyeron el Evangelio de la Gracia, por el cual fueron salvados para siempre y sentados en los cielos, todos sus pecados fueron perdonados, y por gracia están en presencia de Dios como si nunca hubieran cometido pecado. Ninguno de ellos tuvo que obedecer Hechos 2:38, el mensaje que Pedro anunció el día de Pentecostés. Creyeron el Evangelio de la Gracia. La dispensación de la gracia de Dios por los gentiles no comenzó con Pedro en Pentecostés; sino con Pablo después de la caída de Israel.
Si este mensaje alcanzara a un criminal culpable en la prisión, o a un miembro no salvo, agradable, respetable, moral, recto, sincero, benevolente y activo de la iglesia religiosa, en buena posición con el pastor y la junta oficial, podría resultar beneficioso leer Lucas de 7:36-50, y aprender lo que Cristo, en la casa del fariseo religioso, le dijo a ese hombre de justicia propia, y lo que le dijo a la mujer pecaminosa, la visitante más desagradable en la casa del fariseo. Cristo se refirió a ambos cuando dijo con respecto a los dos: “no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos” (Lucas 7:42), “sus muchos pecados le son perdonados”. (Lucas 7:47). “Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.” (Lucas 7:48). Los pecados de esa mujer culpable no eran imperdonables; pero si ese fariseo no recibió a Cristo como Salvador, pasará la eternidad con los incrédulos, asesinos, fornicarios, borrachos y ladrones, y el resto de la gente agradable y religiosa, pero que confían en su propia justicia y que rechazan a Cristo (Apocalipsis 21:8).
Aprendemos, en Hechos 3:12-26, que el asesinato del Hijo eterno de Dios no era un pecado imperdonable; esos asesinos culpables, que obedecieron Hechos 2:38, fueron salvos. Ese pecado supera todos los otros pecados que la raza humana ha cometido. Ven con todos tus pecados y crímenes, o con tu justicia propia, a Cristo y al Calvario, y aprende que cuando el pecado abundó, la gracia sobreabundó.
LA GRACIA DE DIOS ENSEÑA Y CAPACITA A LOS CRISTIANOS
En Tito 2:11,12 leemos que la misma gracia de Dios, que ha traído la salvación de Dios para todos los que crean al evangelio y reciban a Cristo como Salvador, enseña a los cristianos que, negando la impiedad y los deseos mundanos, debemos vivir sobrios, rectos y piadosos en este mundo actual. En Tito 2:12 la palabra “enseñanza” se traduce en otros versos, “disciplina”, “castigo”. Vivir sobrio, recto y piadoso en este mundo actual es una orden enorme. En el idioma de II Corintios 2:16, “¿Quién es suficiente para estas cosas?” La respuesta está en II Corintios 3:5: “no que seamos competentes por nosotros mismos… sino que nuestra competencia proviene de Dios”. Dios dice: “Bástate mi gracia” (II Corintios 12: 9).
Lo que la gracia de Dios enseña a los cristianos a hacer, la misma gracia todo suficiente y sobreabundante los capacita para hacer. “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (II Corintios 9: 8).
Cuando el Señor Jesús, por su gracia y poder divinos, fue misericordioso con esa mujer culpable y pecaminosa en Juan 8:1-11, diciendo: “Ni yo te condeno”, añadió: “Ve y no peques más” (Juan 8:11). Mientras pensamos en los tratos de Cristo con esa mujer pecaminosa, primero pensemos en Romanos 5:20 y luego en Romanos 6:1,2 y Romanos 6:15: “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”, “¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
El supereminente poder de Dios, está disponible para cada persona redimida (Efesios 1:19-23, Efesios 3:20). La “toda gracia” del Dios de toda Gracia también está disponible.
“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén”. (Judas 24-25). “A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios 3:21). “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre… a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1:5-6).
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