por el pastor Paul M. Sadler
La Sociedad BĆblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artĆculos devocionales con el nombre Two Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al espaƱol de dichos artĆculos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Lectura BĆblica:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación. (II Corintios 1:3 - RV1960)
Desde la entrada del pecado en el mundo, el camino del hombre ha sido todo menos fĆ”cil. Job parecĆa tener el dedo en el pulso del asunto cuando escribió: “… como las chispas se levantan para volar por el aire, AsĆ el hombre nace para la aflicción”. Sin embargo, es interesante que cuando ocurre una calamidad, los hombres se apresuran a culpar a Dios o a preguntar por quĆ© permite tales sucesos en sus vidas. ¿Pero culparemos a Dios por lo que el hombre se ha provocado? ¡En ninguna manera! El hombre es producto de su propia necedad.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, asà la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12)
Algunos afirman que si hubieran estado de regreso en el jardĆn todo habrĆa sido diferente. Ciertamente no tengo motivos para dudar de ellos. ¡Con toda probabilidad, habrĆan hecho a AdĆ”n a un lado para alcanzar el fruto prohibido antes que Ć©l! VerĆ”s, Dios vio a toda la raza humana en AdĆ”n, como sólo Ćl podĆa hacerlo. Entonces, cuando AdĆ”n extendió su mano para participar del fruto prohibido, cada uno de nosotros tambiĆ©n lo buscó: somos su posteridad, por lo tanto, compartimos su culpa. Dios podrĆa haber condenado a toda la raza humana al Lago de Fuego y haber estado perfectamente justificado al hacerlo. Afortunadamente, no recibimos lo que justamente merecĆamos, porque “Misericordioso y clemente es JehovĆ”; Lento para la ira, y grande en misericordia” (Salmos 103:8).
Cómo nos consuela Dios
El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que estÔn en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. (II Corintios 1:4)
AquĆ, por supuesto, el Apóstol se refiere a los creyentes. Nuestro Padre celestial sabe que somos frĆ”giles criaturas de polvo, abrumados por el dolor, la enfermedad y hasta la muerte; sin mencionar los trastornos espirituales que se nos presentan. Siempre comprensivo con nuestra difĆcil situación, Ćl camina con nosotros en cada paso del viaje de la vida, consolĆ”ndonos en todas nuestras tribulaciones. La tribulación citada aquĆ por el apóstol Pablo no es una referencia al PerĆodo de Tribulación conocido como El Tiempo de la Angustia de Jacob. Pablo estĆ” hablando de las tribulaciones personales que habĆa enfrentado debido a conflictos espirituales y mala salud. Las pruebas personales se presentan en todas sus formas: crĆtica, rechazo, reveses económicos, enfermedades, duelo, etc.
Cuando el dolor nos abruma como la marea del ocĆ©ano, el SeƱor en su bondad siempre estĆ” presente para consolarnos en nuestro tiempo de tristeza. Pero, ¿exactamente cómo nos consuela Dios en la dispensación de la Gracia? Sabemos, por ejemplo, que los cielos estĆ”n en silencio y que ni el SeƱor ni ninguno de sus huestes angelicales parecen visiblemente ministrar a los santos hoy. Durante la administración de la Gracia el SeƱor, primero que nada, nos consuela a travĆ©s de Su Palabra.
Por ejemplo, hace algunos aƱos la muerte se llevó a mi bisabuela. Ella siempre tuvo un lugar muy especial en mi corazón e incluso hasta el dĆa de hoy, a veces se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en ella. Mi sensación de pĆ©rdida serĆa difĆcil de soportar si no fuera por el consuelo que he recibido de la Palabra de Dios. El SeƱor me ha mostrado que no necesito afligirme como otros que no tienen esperanza. AlgĆŗn dĆa pronto sonarĆ” la trompeta y los muertos en Cristo resucitarĆ”n. Entonces seremos arrebatados junto con todos aquellos seres queridos difuntos que fueron salvos, ¡y asĆ estaremos siempre con el SeƱor! No es de extraƱar que Pablo diga: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
Otra forma en que el SeƱor nos consuela es trayendo a alguien a nuestras vidas en el momento justo para animarnos en esos momentos de desesperación. Seguramente tenemos un precedente de esto en la vida del propio Pablo. La intensidad de la guerra espiritual en Ćfeso y Macedonia habĆa pasado factura al Apóstol, tanto fĆsica como espiritualmente. “Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito” (II Corintios 7:5-7). La llegada de Tito fue un resultado directo de la intervención Divina no sólo para animar a Pablo, sino tambiĆ©n para que pudiera ayudar en la obra.
Finalmente, Dios no nos consuela para hacernos sentir cómodos, sino mĆ”s bien para que podamos consolar a otros. Se nos ha concedido llevar a cabo un ministerio de aliento a aquellos que se encuentran en algĆŗn problema. PiĆ©nselo, habiendo ya sido destinatarios del consuelo de Dios, Ćl nos usa para rodear con el brazo a ese querido amigo cristiano que quizĆ”s estĆ© enfrentando su primera cirugĆa y decirle: “nosotros tambiĆ©n tuvimos esta misma cirugĆa hace unos aƱos y el SeƱor nos ayudó a superarlo”. Con esperanza podemos afrontar cualquier cosa. Por eso Dios nos ha revelado la Bendita Esperanza de que un dĆa pronto estaremos con Ćl. En verdad, Ćl es el Padre de misericordias y el Dios de toda consolación. ¡AMĆN!
Al lector (por Berean Bible Society): Algunos de nuestros artĆculos de Dos minutos fueron escritos hace aƱos por el pastor C. R. Stam para publicarse en periódicos. Cuando muchos de estos artĆculos se compilaron posteriormente en forma de libro, el pastor Stam escribió esta palabra de explicación en el prefacio: "Hay que tener en cuenta que la columna del periódico, Dos minutos con la Biblia, se publica desde hace muchos aƱos, por lo que los acontecimientos locales, nacionales e internacionales se discuten como si hubieran ocurrido recientemente. En lugar de reescribir o fechar estos artĆculos, los hemos dejado tal como estaban cuando se publicaron por primera vez. Esto, nos pareció, aƱadirĆa interĆ©s, especialmente porque nuestros lectores saben que aparecieron por primera vez como artĆculos de periódico". A esto aƱadirĆamos que lo mismo ocurre con los artĆculos escritos por otros que seguimos aƱadiendo, periódicamente, a la biblioteca de Dos minutos. Esperamos que estĆ© de acuerdo en que, aunque algunas de las referencias de estos artĆculos son de hace tiempo, las verdades espirituales que enseƱan son atemporales.
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