por J. C. O’Hair
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
ver original
La aparente indiferencia por parte de las multitudes es espantosa. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes, actúan como si esperaran permanecer en la tierra para siempre, con total desprecio por las declaraciones bíblicas: “Por tanto, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios” y “La vida del hombre no consiste en la abundancia de las cosas que posee”.
La profunda ignorancia de las personas llamadas inteligentes acerca de la verdad espiritual es lamentable y deplorable, si no imperdonable.
Por otro lado, aparte del poder engañador de quien es acusado de engañar al mundo entero, no hay excusa, apología ni explicación para la manera en que miles de personas religiosas, que pretenden seguir las enseñanzas de Jesús, pervierten la verdad Divina, repudian audazmente el mensaje divino de redención, y lo sustituyen arbitrariamente con alguna filosofía religiosa humana que no tiene poder ni valor en lo que respecta a la salvación del pecado.
Quizás más del cincuenta por ciento de los adultos de los Estados Unidos están afiliados a algún tipo de organización religiosa en la actualidad, o han pertenecido a alguna de dichas organizaciones en el pasado. Pero no es exagerado declarar que la gran mayoría de los miembros actuales o anteriores de estas organizaciones religiosas son ignorantes o están confundidos en cuanto al mensaje de salvación de Dios, el camino bíblico de la tierra al cielo. Y también es cierto que la gran mayoría de los que creen en este mensaje, que no sólo conocen el camino verdadero sino que están en él, igualmente son ignorantes y están confundidos en cuanto a la posición, membresía, esperanza y llamado del creyente en la verdadera Iglesia Bíblica. Esto se debe a que tienen poco o ningún conocimiento sobre lo que la Biblia enseña acerca de la Iglesia del Dios viviente, el Cuerpo de Cristo.
LA GARANTÍA DEL CREYENTE
Consideremos estos dos versículos de la Biblia:
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. (I Juan 5:13 - RVR1960)
Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. (1 Pedro 3:15)
Aquí aprendemos que Dios, el Padre, quiere que Sus hijos redimidos sepan que tienen vida eterna. Deben saber esto por la autoridad de las declaraciones de Dios en la Biblia, porque confían en Jesucristo, en lo que Él ha hecho, en lo que está haciendo ahora y en lo que aún está por hacer. Note algo de lo que ha hecho:
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu. (1 Pedro 3:18)
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró (Cristo) una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. (Hebreos 9:12)
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. (Hebreos 10:12)
Entonces note lo que la fe en Cristo y Su obra redentora logra para el creyente:
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. (Romanos 5:10)
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. (Efesios 2:13)
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Juan 3:36)
mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (Romanos 4:5)
y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree. (Hechos 13:39)
Luego note los beneficios espirituales que el creyente disfruta debido al ministerio presente del Cristo vivo en el cielo:
Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios (Hebreos 9:24)
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. (Romanos 8:31,34)
por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. (Hebreos 7:25)
que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. (1 Pedro 1:5)
Por lo tanto, bajo la autoridad de la Biblia, toda persona que cree en la Palabra de Dios y confía en el Hijo de Dios debe decir con confianza y seguridad positiva lo que Juan escribió en 1 Juan 3:2:
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Aquí leemos qué son los creyentes, y qué serán. Pero nunca olvidemos la declaración de 1 Corintios 1:29: “nadie se jacte en su presencia”.
Observe cómo el más grande de todos los cristianos declaró esto en Filipenses 3:3: “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”.
Nótese nuevamente Efesios 2:9: “No por obras, para que nadie se gloríe”.
Vea cómo esta declaración se une a otras declaraciones:
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:7-10)
Un tiempo grande y bendito está por venir para los creyentes, salvos por gracia. Los verdaderos creyentes realmente creen en Romanos 11:6:
Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.
Si y cuando el creyente, sabiendo que por naturaleza es indigno e injusto, es salvo por gracia mediante la fe en la obra redentora del digno Hijo de Dios, Jesucristo el Justo, no se gloriará en su bondad, en sus actividades religiosas ni en nada de lo que pueda hacer, para ayudarle a llegar al cielo. Sabrá que va al cielo por gracia, por fe en la obra de Otro; que él es obra de Dios creada en Cristo Jesús para buenas obras. El creyente es salvo porque es el destinatario de la gracia de Dios; porque la vida eterna es don gratuito de Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor (Romanos 6:23). Entonces podrá decir: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
El verdadero cristiano bíblico sabe que es un insulto a Dios intentar hacer más eficaz la obra redentora de Cristo añadiendo ceremonias religiosas, o esforzarse mediante cualquier plan o servicio humano para complementar la gracia de Dios y la obra consumada del Señor Jesucristo. Note nuevamente, con cuidado, Romanos 4:4,5:
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
Con tal conocimiento y con tal experiencia el creyente puede estar listo, y debe estar preparado en todo momento para dar respuesta a cualquiera que le pida razón de la esperanza que hay en él. Esto debe hacerse con mansedumbre y temor, pero con absoluta confianza y seguridad positiva. En otras palabras, cuando se le hace la pregunta: “¿Eres salvo?” o “¿Estás seguro de que vas al cielo?”, la persona que confía total y únicamente en la gracia de Dios y en la sangre derramada del Señor Jesucristo, debe responder con humildad, pero con valentía: “Sí, por la gracia de Dios y por la autoridad de la Palabra de Dios, ciertamente lo estoy”. “Estas cosas os he escrito… para que sepáis que tenéis vida eterna”.
Note Tito 1:2 y las palabras de Jesucristo, en Juan 6:47 y en Juan 5:24: “en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos”. “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.”. “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
UNIRSE A LA IGLESIA
Multitudes de personas religiosas no salvas, por diferentes razones, se han convertido en miembros de alguna organización religiosa, a alguna compañía organizada de personas: una iglesia. La palabra griega traducida como “iglesia” en la Biblia es “ekklesia”, que significa “llamado a salir”. Así, la Palabra de Dios instruye al pueblo “llamado” de Dios: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” (Hebreos 10:25). La Palabra de Dios, en 1 Corintios 14:23, menciona a la iglesia reuniéndose. En Hechos 14:27 leemos que la iglesia estaba reunida. Por lo tanto, según la autoridad bíblica, los creyentes de diferentes comunidades deben reunirse en asambleas para adorar y predicar la Biblia. Pero primero deben ser miembros de la única Iglesia Bíblica verdadera antes de reunirse con otros creyentes para la adoración o el servicio cristiano. Muchas, muchas personas que son miembros de alguna organización eclesiástica religiosa no son miembros de la verdadera Iglesia Bíblica. Note la descripción bíblica de la Iglesia de esta dispensación actual: “la iglesia, la cual es su cuerpo (de Cristo), la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22,23).
“A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12,13). Ahora observemos cuidadosamente cómo se describe en la Biblia la unión con Cristo y Su Iglesia:
Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Efesios 4:15,16)
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. (I Corintios 12:12-14)
Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (Romanos 12:4-5)
Los creyentes están unidos a Cristo. Los creyentes están unidos unos a otros. Los creyentes, por obra de Dios, son hechos miembros del Cuerpo de Cristo y los dos serán una sola carne. Éste es el gran misterio; pero hablo de Cristo y de la Iglesia (Efesios 5:32). Sólo Dios por el Espíritu Santo puede unir al creyente a la Iglesia Bíblica.
Entonces note el futuro de la verdadera Iglesia Bíblica:
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efesios 5:27)
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. (Colosenses 3:4)
Esto debería provocar una meditación y consideración diligente, reflexiva y seria por parte de toda persona religiosa que espera entrar al cielo debido a su membresía en alguna organización eclesiástica, ya sea que esa persona sea entusiasmada y emocionalmente religiosa, o un miembro inactivo e indiferente.
Este es un asunto muy serio e importante, algo que el individuo puede resolver de este lado de la muerte. Pero el pecador que muere sin ser salvo permanecerá para siempre sin ser salvo. Entonces, que cada uno se haga esta pregunta: “¿Soy miembro del Cuerpo de Cristo?” “¿He sido bautizado por el Espíritu en este organismo, esta única Iglesia Bíblica verdadera?” ¡Qué tragedia que multitudes de miembros de iglesia religiosos engañados vayan religiosamente a la perdición! En el mismo momento en que cualquier pecador hoy es salvo por gracia a través de la fe en el Señor Jesucristo, ese individuo se convierte en miembro de la única Iglesia Bíblica, y esto se logra sin solicitud ni examen por parte de ningún grupo de funcionarios de la iglesia.
Entonces observe en Efesios 4:4,5:
UN CUERPO, Y UN ESPÍRITU, COMO FUISTEIS TAMBIÉN LLAMADOS EN UNA MISMA ESPERANZA DE VUESTRA VOCACIÓN; UN SEÑOR, UNA FE, UN BAUTISMO
UN CRISTIANO EN PRINCIPIO
En los círculos religiosos escuchamos de cristianos ortodoxos y no ortodoxos, de liberales y fundamentalistas, en la iglesia. Tengamos la seguridad de que un cristiano incrédulo es una paradoja imposible. Muchas organizaciones eclesiásticas están bajo el dominio y la legislación de agnósticos cristianizados que aceptan la Biblia con muchas reservas, críticas y eliminaciones. Estos llamados liberales afirman que la Biblia debe interpretarse a la luz de la ciencia y la erudición modernas; que el cristianismo debe relacionarse adecuadamente con la psicología moderna. Exigen para ellos y para sus seguidores una fe razonable, una religión natural y una Biblia revisada, descartando todo lo milagroso. Se hacen pasar por benefactores que buscan liberar al cristianismo de los “literalistas” no progresistas, de mente estrecha, ignorantes y anticuados que no están actualizados en su pensamiento.
Estos “pseudo -Cristianos” se describen en II Corintios 11:13-15:
Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.
Alentados por la audacia, si no la elocuencia y el liderazgo de estos falsos cristianos engañados, muchas personas se encuentran en un estado de letargo espiritual, indiferencia e ignorancia, aparentemente desprovistos de todo temor de Dios o de perdición eterna. Esta mayoría está formada por grupos e individuos que no pretenden sujetarse a la autoridad de la Palabra de Dios en sus decisiones o indecisiones respecto a su destino eterno. Muchos de ellos se dignan reconocer que Jesucristo fue un personaje muy superior, el hijo valiente y noble de María y José, honesto en sus convicciones. Lo catalogan como un mártir religioso que murió por su fidelidad a sus convicciones, por su lealtad y devoción a Dios, como un hombre bueno que fue odiado, perseguido y asesinado porque fue incomprendido y el mundo no estaba entonces preparado para su filosofía ideal. Por supuesto, no se oponen a ser llamados “cristianos”, si se entiende que no creen en la inspiración verbal de las Escrituras, la Deidad eterna y el nacimiento virginal de Jesucristo, ni la redención por Su sangre derramada, ni en la resurrección corporal de Cristo. Dicen: “Somos cristianos en principio, es decir, aceptamos la enseñanza moral, la filosofía ética de Jesucristo, tal como se establece en Su Sermón de la Montaña y la Regla de Oro, como una excelente norma de conducta”. “Sabemos que este mundo sería un mundo mejor si las personas que lo habitan hicieran todo lo posible por obedecer y seguir a Jesús, el hombre ideal”.
Niegan la existencia misma del gran adversario que, en la Biblia, se le acusa del delito de engañar al mundo entero. Quizás ni siquiera hayan escuchado 2 Corintios 4:3,4:
Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Si alguna vez escucharon esto, no le prestaron atención. Por supuesto, los individuos moralistas entre ellos no creen que sean ciegos, y para ellos la sola idea de que estén perdidos es absurda. Pero la Palabra de Dios es verdadera y el evangelio de Jesucristo es el único poder Divino que puede salvar a un ser humano. La Palabra de Dios dice la verdad cuando declara que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios; “No hay justo, ni siquiera uno”. La Palabra de Dios es que la justicia no se puede encontrar en el corazón natural. La Palabra de Dios es que el hombre injusto no puede llegar a ser justo imitando a Jesucristo; siendo buenos con la ayuda de Jesús, el Maestro; por cualquier esquema de reforma humana; mediante el autocontrol o la educación religiosa. Sólo hay un lugar en el universo de Dios donde el hombre injusto puede encontrar justicia para sí mismo, y es en la cruz del Calvario. Nota II Corintios 5:21:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
COMPORTAMIENTO CRISTIANO
Escuche esta declaración muy interesante sobre algunas personas que dicen ser cristianos: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra” (Tito 1:16)
Nótese por otro lado lo que Dios espera de aquellos que dicen ser sus hijos, que dicen amar al Señor Jesucristo como creyentes:
para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:10)
llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. (Filipenses 1:11)
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida (Filipenses 2:15,16)
En las Sagradas Escrituras se exhorta al cristiano a caminar con cautela hacia los pecadores. Los cristianos tienen una tremenda responsabilidad hacia los pecadores no salvos que los rodean. Los cristianos están en el mundo pero no son del mundo. No deberían ser mundanos. Están crucificados para el mundo. No deben conformarse al mundo.
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. (II Corintios 4:6)
El pecador está muerto EN pecados. El cristiano está muerto AL pecado. Note Colosenses 3:3-5: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”.
No sólo muchos miembros de iglesia religiosos no regenerados, sino muchos miembros de iglesia salvos, son descuidados y carnales en su conducta. Sus testimonios son peores que inútiles; son dañinos. Los pecadores no salvos, al contemplar tales inconsistencias en las vidas de aquellos que afirman pertenecer a Cristo, desestiman el valor del cristianismo, el poder salvador y guardián del Señor Jesucristo. Qué vergüenza que cualquier miembro del Cuerpo de Cristo sea un perjuicio para la causa de Cristo y una piedra de tropiezo para cualquier pecador en el camino hacia los dolores de la muerte segunda. Cristo dijo a sus discípulos: “seréis mis testigos”. Todo cristiano debería poder decir honesta y constantemente con Pablo: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo” (1 Corintios 15:10).
Pero que ningún pecador crea que puede escapar de la ira de Dios en ese terrible día del juicio, excusándose en las faltas, fracasos y debilidades de algún cristiano profesante. Lo que hay que hacer es superar a esos profesantes inconsistentes del Señor Jesucristo, y del Calvario, y luego, por la gracia de Dios, regresar y mostrar a esos testigos desleales, cómo ser un cristiano genuino en medio de un mundo de pecadores perdidos.
Escuche la advertencia de Dios a los pecadores:
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio (Hebreos 9:27)
por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (Hechos 17:31)
Todo pecador cumplirá con estas citas. Dios ofrece al creyente una vía de escape. Escuche las palabras del Señor Jesucristo:
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (Juan 5:24)
JESÚS, QUIEN NOS LIBRA DE LA IRA VENIDERA. (1 Tesalonicenses 1:10)
¿Por qué no tomarle la Palabra a Dios en este momento, venir a ser el destinatario de Su maravillosa gracia, creer que eres el pecador impío por quien Cristo murió, recibir al Señor Jesucristo como tu Salvador personal, y Dios, por causa de Cristo, te perdonará todos tus pecados y estarás en Su santa presencia como si nunca hubieras pecado?
0 Comentarios