Envidia Ministerial – II Corintios 10:10-13

John Fredericksen|Es hora de que cada uno de nosotros dejemos de compararnos con los demás, lo que sólo nos lleva a la envidia y el desánimo. Dios sólo espera que hagas lo mejor que puedas con las capacidades que Él te ha “dado por medida”. Simplemente se fiel con el tiempo, las habilidades y las oportunidades que el Señor te ha confiado, y elige estar contento con esas bendiciones que Dios te ha dado. Acepta esto y simplemente sé fiel.

por el pastor John Fredericksen

La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.

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Fui salvo en una iglesia grande cuyo pastor era dinámico en la predicación y la personalidad. Cuando mi corazón sintió la carga de entrar al ministerio, dudé, pensando que nunca sería un hombre tan capaz como este pastor. Mientras estaba en la universidad, tuve el privilegio de escuchar a varios predicadores que eran extraordinarios en sus habilidades de predicación, y nuevamente pensé que nunca podría llegar a ser lo que ellos eran. Durante mis años de ministerio, he conocido a varios predicadores destacados y escritores prolíficos. Esto podría haberme desanimado, incluso llenarme de envidia, a menos que yo, como el apóstol Pablo, aceptara dos lecciones importantes.

Aunque Pablo guio a los creyentes de Corinto a un conocimiento salvador de Cristo, muchos estaban siendo irrespetuosamente rebeldes hacia él como Apóstol de la Gracia de Dios. “Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable” (II Corintios 10:10 - RV1960). Quizás lo estaban comparando con Apolos, “varón elocuente, poderoso en las Escrituras” (Hechos 18:24). Como mínimo, Pablo tuvo que reprender a los corintios por su lealtad dividida hacia los hombres. Les escribió, diciendo: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?” (I Corintios 1:12) La realidad era que Pablo no era un hombre elocuente y pocos lo hubieran querido como su pastor. Admitió: “[soy] tosco en la palabra” (II Corintios 11:6) y que cuando estuvo con estos creyentes, no vino “con excelencia de palabras” (I Corintios 2:1). Pero dos verdades lo mantuvieron fiel en el ministerio. Él sabía que “Dios nos ha dado por medida” las capacidades que cada uno de nosotros tenemos (II Corintios 10:13). Por lo tanto, todo lo que Dios espera que hagamos es lo mejor que podamos, en lugar de tener tanto éxito como los demás. Luego, abrazó el principio: “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos” (II Corintios 10:12).

Es hora de que cada uno de nosotros dejemos de compararnos con los demás, lo que sólo nos lleva a la envidia y el desánimo. Dios sólo espera que hagas lo mejor que puedas con las capacidades que Él te ha “dado por medida”. Simplemente se fiel con el tiempo, las habilidades y las oportunidades que el Señor te ha confiado y elige estar contento con esas bendiciones que Dios te ha dado. Acepta esto y simplemente sé fiel.

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