por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Cada iglesia local organizada tiene unos Estatutos y Reglamentos de la Iglesia. Este documento debe estar registrado ante los gobiernos estatal y federal para recibir un estado de exención de impuestos. Estos documentos también adoptan las normas que rigen el funcionamiento de dicha asamblea. Si bien hombres bien intencionados generalmente escriben estos documentos, en el mejor de los casos, cada uno es sólo un documento hecho por el hombre que a menudo tiene una función antibíblica. Desafortunadamente, en muchas asambleas, este documento es ferozmente defendido y seguido incluso cuando es evidente que es contrario a las Escrituras. A menudo se rechazan los cambios y con frecuencia se les da prioridad por encima de las instrucciones claras de la Palabra de Dios. Para algunos, es visto como si este documento en su iglesia local hubiera sido escrito en el cielo mismo.
En el Libro de Hebreos se animaba a los creyentes judíos en la era de Hechos a no cansarse ante la situación de intensa persecución. Un motivo de aliento fue la seguridad de que sus nombres estaban “inscritos en los cielos” (Hebreos 12:23 - RV1960). Este no era un concepto nuevo para los judíos familiarizados con el Antiguo Testamento. Éxodo 32:33 explica: “Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro”. Aparentemente, en virtud de ser el pueblo escogido de Dios, los judíos fueron registrados automáticamente en el libro de Dios, que enumeraba a todos los que habían recibido vida eterna. Pero los judíos podrían ser borrados de ese libro por el pecado y la incredulidad. Daniel 12:1 prometió a aquellos que pasarían por la Tribulación, que si su nombre se encontraba “escritos en el libro”, Dios los libraría. El Señor Jesús ordenó a Sus discípulos que se regocijaran “de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20). El apóstol Juan advirtió del tiempo en la eternidad, cuando todos los incrédulos se reunirán, entonces se abrirá “el libro de la vida”, y otros libros con el registro de sus pecados, y serán juzgados en consecuencia (Apocalipsis 20:12). Mirando hacia la eternidad futura, Juan también describió la Nueva Jerusalén, donde Cristo morará, y dijo que sólo “los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” podrán entrar (Apocalipsis 21:27). Incluso el apóstol Pablo se refirió a “mis colaboradores, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses 4:3). De todas estas referencias, queda claro que aquellos de todas las dispensaciones que tienen vida eterna están registrados en el “libro de la vida” de nuestro Salvador.
Si tu nombre está “escrito en el cielo”, regocíjate en este maravilloso regalo de gracia. Si tu nombre no está registrado en el libro de la vida del Cordero, confía únicamente en Él hoy.
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