por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Cuando era adolescente, mi novia, sus padres y yo confiamos en Cristo con unos días de diferencia. En poco tiempo, comenzamos a asistir a una iglesia que enseñaba la Biblia a cincuenta millas de distancia. La experiencia de mi infancia en la iglesia había sido en una denominación liberal y modernista donde los asistentes nunca escucharon un evangelio verdadero. Cuando mi ex pastor se enteró de que yo asistía a una iglesia en las afueras de la ciudad con los padres de mi novia, fue a su lugar de trabajo, los criticó e intentó que los despidieran. Eran tiempos difíciles para ellos, pero confiaron en Cristo y siguieron asistiendo a la nueva iglesia donde estaban creciendo.
Cuando Pedro escribió su primera epístola a los santos del Reino, ellos también estaban soportando persecución por su creciente fe. Pedro los animó con estas palabras: “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (I Pedro 4:15-16 - RV1960). Los santos a quienes Pedro les escribía habían sido “esparcidos” por todo el mundo conocido, por la persecución por su fe en el Señor Jesús como su Mesías prometido (Santiago 1:1). Los judíos incrédulos, como Saulo antes de convertirse en el apóstol Pablo, los perseguían dondequiera que iban, buscando encarcelarlos y torturarlos hasta que renunciaran a su fe en Cristo. Si no se retractaban de Cristo, muchos eran asesinados. Fue en este contexto que Pedro instruyó a estos santos sobre el sufrimiento. Debían tener cuidado de no participar nunca en actividades pecaminosas que pudieran traer consecuencias negativas. Si sufrían por causa de Cristo, no debían “avergonzarse” ni apartarse de su posición por nuestro Señor. En cambio, debían responder con alabanza verbal, cantar alabanzas y permanecer firmes, trayendo así gloria a Dios. El propio Pedro lo había hecho cuando lo golpearon y le ordenaron que no hablara más en el nombre de Cristo. Él respondió con “… gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre” (Hechos 5:41). Asimismo, Pablo y Silas “… orando… cantaban himnos a Dios” (Hechos 16:25). Responder con palabras de enojo o amenazas no glorificaría a Cristo, pero demostrar piedad sí lo haría y realzaría su testimonio.
En cada dispensación “… todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (II Timoteo 3:12). Sea valiente al compartir a Cristo de una manera sabia y piadosa. Cuando llegue la persecución, responda de una manera que “glorifique a Dios” (I Pedro 4:16).
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