Completo En Cristo

Kevin Sadler|¿Por qué alguien se conformaría con algo menos que Aquel que es Dios Todopoderoso?

por Kevin Sadler

La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.

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“En su libro, No me faltará, Robert Ketchum habla de una maestra de escuela dominical que preguntó a su grupo de niños si alguno de ellos podía citar el salmo veintitrés completo. Entre los que levantaron la mano se encontraba una niña de cuatro años y medio. Un poco escéptica, la maestra preguntó si realmente podía citar el salmo completo. La niña subió al podio, miró a la clase, hizo una pequeña reverencia y dijo: ‘El Señor es mi pastor, eso es todo lo que quiero’. Luego volvió a inclinarse y se sentó”. Cristo es todo lo que queremos y Él es todo lo que necesitamos, y como nos dice el apóstol Pablo, estamos completos en Él.

¡Mirad!

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo (Colosenses 2:8 - RVR-1960)

Preocupados por los Colosenses Cuando los creyentes estaban influenciados por enseñanzas falsas que los podrían alejar de Cristo, Pablo escribió: “¡Mirad!” La palabra traducida “Mirad” significa ver, discernir, prestar atención, pero en el contexto de los peligros espirituales transmite la idea de “¡Cuidado!” “¡Cuidado!” “¡Toma nota!” Aquí se enseña al Cuerpo de Cristo a estar en guardia, alerta y vigilante.

Debemos hacerlo “para que nadie os engañe”. Ahora bien, este no es el tipo de mala crianza1 que los abuelos ocasionan a sus nietos; más bien, significa literalmente llevarse a alguien como cautivo. Probablemente todos hayamos oído hablar del “botín de guerra” o del dicho: “El botín va al vencedor”. En los tiempos bíblicos, el botín era el oro, la plata, los bienes, las mercancías y el ganado que se llevaba el ejército victorioso. El botín también era muchas veces personas, llevados como prisioneros para ser hechos esclavos en la patria de los vencedores.

La preocupación de Pablo era que la fe de los colosenses fuera derribada y ellos fueran arrebatados como esclavos de las creencias de los falsos maestros. Pablo acababa de enseñar a los colosenses la necesidad de ser “arraigados y sobreedificados en él [Cristo], y confirmados [establecidos] en la fe, así como habéis sido enseñados” (Colosenses 2:7). Este arraigo, cimentación y establecimiento en nuestra fe es para que no seamos llevados por aquellos que buscarían capturarnos con falsas enseñanzas y alejarnos del Señor.

Pablo nos dice que una manera en que los creyentes pueden ser atrapados y alejados de Cristo es “por medio de filosofía y huecas sutilezas” (Colosenses 2:8). El término “filosofía” se compone de dos palabras griegas, phileo y sophia. Fileo se refiere al amor fraternal y sofía significa sabiduría. Juntándolos, filosofía significa literalmente el amor a la sabiduría. No hay nada malo en amar la sabiduría, siempre y cuando sea la clase correcta de sabiduría, la sabiduría de Dios. Sin embargo, la sabiduría contra la que Pablo advierte aquí es una sabiduría impía del hombre que estropea y aleja a la persona de la Palabra de Dios y de la sencillez y la verdad que hay en Cristo.

La filosofía a la que Pablo hace referencia es del tipo que es “hueca sutileza”. Las palabras “hueca sutileza” se refieren a mentiras vacías, desprovistas de verdad. Apocalipsis 12:9 nos informa que Satanás “engaña al mundo entero”. Y por su influencia, hay muchos engaños vanos y tonterías filosóficas que nos rodean en el mundo de hoy.

“Se dice que el gran filósofo francés, Sartre, resumió toda la vida con la afirmación: ’Hacer es ser”. Camus, su contemporáneo, resumió toda la vida con una afirmación contradictoria: “¡Ser es hacer!”. Entonces apareció Frank Sinatra y los unió a ambos en una canción: “Do-be-do-be-do”2

La filosofía humana puede ser contradictoria, cambia constantemente y puede ser una tontería. Como sabemos, la búsqueda y el amor por las filosofías del hombre es un ídolo vacío para muchos en este mundo, un ídolo que no puede satisfacer verdaderamente las necesidades del alma. Bien se ha dicho que “La filosofía es la búsqueda de la verdad. En Jesús, la búsqueda termina”. Como nuestro apóstol escribió unos versículos antes de nuestro texto principal: “En quien [Cristo] están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:3). Encontramos la verdad y la verdadera sabiduría al mirar a Cristo Jesús.

Pablo escribió que debemos tener cuidado con las filosofías que son mentiras vacías y “según las tradiciones de los hombres”. Las filosofías vacías de los hombres a menudo obtienen una supuesta autoridad porque provienen de la antigüedad y han sido transmitidas y creídas como verdaderas durante mucho tiempo. Surgen del pensamiento de los hombres, encuentran un punto de apoyo en la sociedad y luego se transmiten de generación en generación, por lo que parecen populares y ampliamente apoyadas como algo que “todo el mundo sabe”. Pero el hecho de que la gente haya creído en algo y lo haya transmitido a lo largo de los años no significa que sea verdad. La tradición puede simplemente servir para perpetuar el error.

Pablo escribió además que la filosofía es “cobforme a los rudimentos del mundo”. La palabra “rudimentos” significa aquello que es básico o elemental, y la palabra griega de la cual se traduce “rudimentos” puede referirse a los sonidos hablados de las letras del alfabeto. Los rudimentos del mundo son esos principios básicos (los componentes básicos) que se combinan para formar la enseñanza del mundo material. Esto nos muestra que, a los ojos de Dios, la filosofía no es un conocimiento avanzado, profundo o nuevo (Eclesiastés 1:9-11), sino que en realidad encuentra básicamente en el ABC y los principios más elementales de este mundo.

Finalmente, Pablo nos advierte sobre la filosofía del tipo que sea “no según Cristo”. Ésta es la razón principal por la que debemos “cuidarnos”. Cualquier filosofía, enseñanza o creencia que sea “no según Cristo” y que lo ignore, menosprecie o nos aleje de Él, es satánica, peligrosa y algo que debemos rechazar.

¿Por qué conformarse con menos?

Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9)

La palabra “porque” introduce la razón para abandonar las falsas enseñanzas de la filosofía que no son según Cristo. ¡Y la razón es que Cristo es Dios! El razonamiento es: ¿por qué alguien se conformaría con algo menos que Aquel que es Dios Todopoderoso? Las filosofías del hombre son “huecas” o vacías, y sólo llenan a cualquiera con más vacío; en contraste, Pablo escribió acerca de Aquel que tiene toda plenitud (Colosenses 1:19), la plenitud de la Deidad encarnada.

En Cristo habita TODA la plenitud de la Deidad. Él no es en parte Dios ni 50% Dios, ni 99% por ciento Dios, sino 100% Dios. Este versículo es una declaración dramática y hermética de la deidad de Jesucristo. Como lo expresó John Newton en su poema: “Tan culpable, tan indefenso soy, / no me atrevo a confiar en Su sangre, / ni a confiar en Su protección, / a menos que esté seguro de que Él es Dios”. Estamos seguros de que Él es Dios, y ante nosotros tenemos una de las declaraciones más claras de todas las Escrituras que testifican de este hecho.

Considerando que toda la plenitud de la Deidad habita en Cristo, Él no puede ser un dios a medias. o un dios menor. Cristo no fue meramente inspirado por Dios o iluminado por Dios. Cristo no es parecido a Dios. Cristo era Dios. Cristo es Dios. Cristo siempre será Dios.

Todo lo que Dios es, Cristo es. Cristo es la Deidad completa. Él es Dios esencial y perfectamente y tiene todos los infinitos atributos y perfecciones de Dios en plena medida.

Y el término “habita” aquí habla de permanencia. Al comentar sobre esto, el pastor y profesor Marvin Vincent (1834-1922) escribió: “La morada de la plenitud divina en Él es característica de Él como Cristo, desde todas las edades y para todas las edades. Por lo tanto, la plenitud de la Deidad habitaba en Él antes de Su encarnación… Habitaba en Él durante Su encarnación… La plenitud de la Deidad habita en Su humanidad glorificada en el cielo… Llevó Su cuerpo humano consigo al cielo, y en Su cuerpo glorificado ahora y siempre habita la plenitud de la Deidad”.

Colosenses 2:9 no solo enseña que Cristo es plenamente Dios, sino también que es plenamente humano. Él es la plenitud de la Deidad encarnada. Desde la eternidad pasada, siempre ha tenido la plenitud de la Deidad en Su Persona como Dios Hijo dentro de la Trinidad. Pero tener la plenitud de la Deidad “corporalmente” sólo ha sido el caso desde la encarnación hace aproximadamente 2000 años y ahora por la eternidad futura.

Cristo es Dios en un cuerpo humano. Y cuando Cristo ascendió al cielo, lo hizo en Su cuerpo de carne y hueso. Después de Su resurrección, el Señor dijo: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). Cristo está ahora en el cielo en Su cuerpo resucitado y glorificado. Él actual y permanentemente tiene un cuerpo de carne y hueso, y ahora siempre será la plenitud de la Deidad encarnada.

Parte del sacrificio de Cristo por nosotros es que Aquel que es Dios, el Hijo de Dios, tomó cuerpo humano para la eternidad. Y ahora y para siempre Él es el “solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre” (1 Timoteo 2:5). Siendo 100% Dios y 100% Hombre, Cristo es el perfecto Intercesor y Mediador entre Dios y el hombre.

Incompleto vs. Completo

Y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad (Colosenses 2:10)

La implicación de ser completos en Cristo es que somos incompletos fuera de Él. Como resultado del pecado y la maldición, la humanidad se encuentra en un estado de incompletud. Estamos espiritualmente incompletos, injustos, muertos en nuestros pecados y separados de la vida de Dios (Efesios 2:1). Pero cuando confiamos en Aquel que es la plenitud de la Deidad encarnada, que murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó, inmediatamente pasamos de estar incompletos a estar “completos en Él”.

“Completo” en Colosenses 2:10 significa estar lleno, llenar al máximo. Estamos llenos en Cristo. El versículo 9 dice que “en Él” habita corporalmente toda plenitud de la Deidad. El versículo 10 dice que “en Él” encontramos plenitud y somos llenos. No hay lugar para nada más y, estando en Él, nada falta. No hay más cosas que agregar. Cristo nos hace completos espiritualmente.

La enseñanza de la plenitud del versículo 9 se traslada al versículo 10. Cristo es la plenitud de la Deidad encarnada, y no hay nada que pueda agregarse a Cristo para hacerlo más Dios. Él es completamente Dios. No le falta nada como Dios. Del mismo modo, los creyentes encuentran total plenitud en Cristo.

Así como Cristo es la plenitud de la Deidad encarnada, no hay nada que nos falte en Él. No hay nada que pueda o necesite agregarse para hacernos más completos en Él o más llenos de Él. En Él tenemos todo lo que necesitamos para la salvación y la vida espiritual. No puedes agregar nada a la plenitud que tienes en Cristo. No necesitas nada más de lo que ya tienes en Él.

Nacer completo

Ser completo en Cristo no es un estatus que se debe alcanzar, es una verdad en la que regocijarse. Y esta verdad es toda por gracia. No es nada que merezcamos. En el momento en que confiamos en Cristo como nuestro Salvador personal, estamos completos en Cristo. El profesor y comentarista bíblico Warren Wiersbe (1929-2019) ha escrito: “Cuando una persona nace de nuevo en la familia de Dios, nace completo en Cristo”.

Pablo no te dice a tí, creyente, que serás completo en Cristo, él dice que “ESTÁS completo en Él”. Desde el momento en que crees y por toda la eternidad, esto es así permanentemente. En Cristo, nunca seremos más que completos.

Ser completos en Cristo es verdad porque Cristo es verdaderamente Dios. Si Cristo no fuera Dios, no podríamos estar completos en Él. Y no encontraremos la plenitud en nadie ni en nada más. La salvación está sólo en Cristo. Sólo en Él se encuentra nuestra esperanza.

Pablo continúa en el versículo 10 diciendo que estamos completos en Aquel “que es la cabeza de todo principado y potestad”. Él está muy por encima de la jerarquía del cielo y de todos los principados y potestades angelicales. Él es el Creador de esos principados y potestades: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades…” (Colosenses 1:16).

Reforzando su deidad y nuestra plenitud en Él, Pablo nos muestra que Cristo es abundantemente capaz de salvar, porque Él es Señor, Creador y Dios Todopoderoso, ante Quien todos en el cielo se someten y Quien manda a todo el ejército de los ángeles. En este Todoglorioso, estamos completos. Es Él quien nos proporciona una salvación tan grande y completa.

Pablo nos ofrece aquí un sorprendente y marcado contraste entre el vacío y lo incompleto de las filosofías de este mundo y la grandeza y majestad de nuestro Salvador y la plenitud que tenemos en Él. La primera postura del apóstol fue negativa, de amonestación: cuidado con no dejaros alejar de Cristo por la sabiduría humana impía, que no es más que una tradición vacía y engañosa transmitida a lo largo del tiempo, y que es la misma de siempre. El ABC del pensamiento, el razonamiento y la especulación humanos. Luego la postura de Pablo se volvió positiva, a una de aliento: cuando tienes a Cristo, la plenitud de la Deidad encarnada, quien es la cabeza de todo principado y potestad, tienes en Él todo lo que necesitas.

El Pastor y fundador de BBS, C. R. Stam (1908-2003), ha dicho: “Ustedes y yo, queridos amigos, o estamos ‘completos en Cristo’ o estamos completamente fuera de Cristo”. ¿Quién es usted? Sin Cristo no tenemos nada, pero en Él lo tenemos todo. Estar completamente fuera de Cristo, y por lo tanto todavía en tus pecados, significa que estás pereciendo y en el camino a la muerte segunda del juicio del lago de fuego. Pero ese no es el deseo de Dios para nadie. Dios desea que “todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4), y Cristo “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:6) para que cualquiera pueda ser salvo mediante la obra consumada de Cristo. Habiendo confiado en Cristo como tu Salvador personal y siendo así completo en Él, estás bien con Dios y sabes que te diriges a la gloria.

“Él era sólo un pequeño hombre . Su madre murió cuando él era sólo un niño. Su padre, intentando ser a la vez mamá y papá, había planeado un picnic. El niño nunca había ido de picnic, así que hicieron planes, prepararon el almuerzo y empacaron el auto. Luego llegó el momento de irse a la cama, porque el picnic era al día siguiente. Simplemente no podía dormir. Se dio vueltas y vueltas, pero la emoción lo atrapó. Finalmente, se levantó de la cama, corrió a la habitación donde ya se había quedado dormido su padre y lo sacudió. Su padre se despertó y vio a su hijo. Él le dijo: ‘¿Qué haces levantado? ¿Qué te pasa?’
“El niño dijo: ‘No puedo dormir’.
“El padre preguntó: ‘¿Por qué no puedes dormir?’
“Al responder, el niño dijo: ‘Papá, estoy emocionado por lo de mañana’.
“Su padre respondió: ‘Bueno, hijo, estoy seguro de que lo estás, y será un gran día, pero no será genial si no dormimos un poco. Entonces, ¿por qué no corres por el pasillo, vuelves a la cama y descansas bien por la noche?’
“Entonces el niño caminó penosamente por el pasillo hasta su habitación y se metió en la cama. Al poco tiempo llegó el sueño, es decir, para el padre. No pasó mucho tiempo después de que el niño regresara. Estaba empujando y empujando a su padre, y su padre abrió los ojos. Casi se le escaparon palabras duras hasta que vio la expresión en el rostro del chico. El padre preguntó: ‘¿Qué te pasa ahora?’
“El niño dijo: ‘Papá, solo quiero agradecerte por lo de mañana’”.

Como resultado de lo que Cristo ha logrado, nosotros, porque estamos completos en Él, sabemos sin duda que estamos destinados al cielo y podemos decir: “Gracias, Padre, por el mañana”, el mañana de la eternidad en gloria. Agradecer a nuestro Padre celestial por nuestra salvación es lo que Pablo hizo anteriormente en esta carta:

…dando gracias al Padre, que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Colosenses 1:12-14)

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