¿Adoras En Tu Iglesia?

Ricky Kurth|Cuando una señora cristiana nos hizo esta pregunta hace muchos años, sabíamos que realmente estaba preguntando si nuestro servicio religioso se caracterizaba por el tipo de emocionalismo que se encuentra en en tantas iglesias.

por Ricky Kurth

La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.

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Cuando una señora cristiana nos hizo esta pregunta hace muchos años, sabíamos que realmente estaba preguntando si nuestro servicio religioso se caracterizaba por el tipo de emocionalismo que se encuentra en tantas iglesias. Su pregunta me impulsó a hacer un estudio de la palabra adoración en las Escrituras, en un esfuerzo por obtener una definición bíblica de lo que constituye una adoración genuina al Dios Todopoderoso.

Una vida de adoración

Nuestro estudio comienza con el mandato de Dios a Abraham de sacrificar a su único hijo (Génesis 22:1-4), y el anuncio de Abraham de que planeaba “adorar” a Dios al hacerlo. (Génesis 22:5). La ley de primera referencia, sugiere que el primer uso que hace la Biblia de la palabra adoración aquí la define como una voluntad de obedecer a Dios sin importar cómo se pruebe la fe de uno, una buena definición general, incluso hoy. Y dado que Abraham indicó que “el muchacho” también iba a adorar, la disposición de Isaac a entregar su vida a instancias de su padre (cuando era joven, Isaac fácilmente podría haber dominado o dejado atrás a su anciano padre) sugiere que cuando, voluntariamente, ofrecemos nuestras vidas como sacrificio vivo a instancias de nuestro Padre (Romanos 12:1), esto también es un acto de adoración. Encontramos confirmación de esto cuando el Señor equiparó adorar a Dios con servir a Dios en Mateo 4:10.

Años más tarde, cuando Abraham envió a su siervo a su tierra natal para encontrar una novia para Isaac (Génesis 24:1-11), su fiel siervo oró pidiendo la ayuda de Dios (Génesis 24:12-14). Cuando la recibió (Génesis 24:15-25), “adoró al Señor” agradeciéndole (Génesis 24:26,27 - RV1960), sugiriendo que cada vez que nos inclinamos para agradecer a Dios por la oración contestada, también lo adoramos.

Muchos años después, el pueblo de Israel “se inclinaron y adoraron” (Éxodo 4:31) al reconocer que Dios estaba honrando su promesa de visitarlos y redimirlos de la esclavitud egipcia (Génesis 15:13-16). Esto nos lleva a creer que es una forma de adoración cuando hoy reconocemos y agradecemos a Dios cuando Él honra las promesas que nos ha hecho a nosotros, como la que se encuentra en Romanos 8:28.

A continuación, la Biblia llama “adoración” cuando el pueblo de Israel trajo “las primicias de la tierra” a Dios (Deuteronomio 26:10). Por eso creemos que Dios considera adoración cuando ponemos a Dios en primer lugar en nuestras vidas. Recordamos bien el día que le pedimos a uno de los hombres de nuestra iglesia que nos ayudara con algunos trabajos en el edificio. Este hombre fiel enumeró todas las cosas que tenía que hacer esa semana, luego hizo una pausa y dijo simplemente: “Pero el Señor viene primero”. Creemos que adoró a Dios ese día, cuando le dio las primicias de su tiempo y esfuerzo.

Al llegar a Jueces 7, Gedeón “adoraba” a Dios por la seguridad que le había dado de que su pequeño grupo de 300 derrotaría a los madianitas (Jueces 7:9-14). De manera similar, cuando hoy agradecemos a Dios por todas las seguridades que encontramos en la Palabra de Dios, creemos que Dios está encantado con este tipo de adoración.

Luego, cuando consideramos al patriarca Job, Nos deja sin aliento ver cómo “se postró en tierra, y adoró” después de perder a todos sus hijos y posesiones (Job 1:20). Aquí vemos la adoración caracterizada como una firme resolución de mantener la “integridad” espiritual (Job 2:9) incluso frente a las pruebas más horrendas de la vida. Agregue a esto cómo también se dice que David “adoraba” a Dios después de su desgarradora pérdida (II Samuel 12:18-20). La adoración a Dios en momentos como estos es un poderoso testimonio para los perdidos de que tenemos algo que ellos no poseen.

Contribuir financieramente a la obra del Señor probablemente no se vea comunmente como adoración, pero se dice que la adoración de los magos incluía presentar al Señor sus regalos (Mateo 2:11), sugiriendo que dar a la obra del Señor es un ejemplo de adoración que es adecuado para un Rey.

No siempre tenemos ganas de adorar a Dios cuando un ser querido está enfermo, y Él no nos extiende la misma “misericordia” que les concedió a Pablo y Epafrodito (Filipenses 2:25-27). Pero cuando el Señor le negó misericordia a la mujer sirofenicia, ella lo “adoraba” de todos modos (Mateo 15:21-25), y su fe y su comprensión de por qué Él se negaba a ayudarla tocaron Su corazón (Mateo 15:26-28). Seguramente el corazón de Dios todavía se conmueve cuando podemos adorarlo en momentos tan difíciles, entendiendo que cuando Él se abstiene de otorgarnos tal ayuda, es para que “más bien” aprendamos a regocijarnos en Su gracia todo suficiente y en el perfeccionamiento del poder de Dios en nuestra debilidad (II Corintios 12:9).

Si tu corazón anhela adorar al Señor, pero te resulta difícil, recuerda que la adoración siempre viene mucho más fácil cuando te encuentras en el lugar que Dios ha “ordenado”, tal como lo hicieron los discípulos hace mucho tiempo (Mateo 28:16,17). Por supuesto, en esta dispensación, Dios nos ha “puesto” para que suframos “tribulaciones” por la causa de Cristo (I Tesalonicenses 3:3), pero tal vez no haya ningún momento en que nuestra adoración agrade más a Dios que cuando lo adoramos ante tal aflicción.

Un Servicio de Adoración en la Iglesia

Si bien hemos analizado varias formas de adorar al Señor, comenzamos preguntando si el servicio en una iglesia de gracia se caracteriza por la adoración, y la respuesta a esto es un rotundo ¡sí! Para empezar, cuando se dice que Josué adoró al Señor, preguntó: “¿Qué dice mi señor a su siervo?” (Josué 5:14). Esta actitud de adoración de buscar las palabras de Dios es la misma mentalidad que mostramos cada vez que nos reunimos en una iglesia de gracia para escuchar la Palabra de Dios enseñada, porque sólo cuando la Palabra es correctamente dividida escuchamos las palabras del Señor para sus siervos hoy

Adicionalmente, ¿recuerdas lo que el Señor dijo de los fariseos: “En vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15:9)? Bueno, si enseñar los mandamientos de hombres constituye adoración vana, ¡entonces enseñar los mandamientos de Dios debe considerarse verdadera adoración! Y sólo las iglesias de gracia están enfatizando los mandamientos de Dios dados a nosotros a través de Pablo (I Corintios 14:37; I Tesalonicenses 4:2).

Esto no significa, por supuesto, que desechemos la ley y los profetas, porque incluso el mismo Pablo profesó que su “servicio” incluía creer “todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas” (Hechos 24:14). Aquí vemos que adoramos a Dios cuando vamos a la iglesia y simplemente creemos en Su Palabra, toda Su Palabra. Por supuesto, es sólo cuando reconocemos las diferencias y los cambios dispensacionales que “adoramos a Dios en el espíritu” (Filipenses 3:3).

Y así, si otros te han hecho sentir que no adoran en tu iglesia de gracia, confiamos en que estos pensamientos de la Palabra de Dios te hayan ayudado a ver que, como creyente de la gracia, adoras a Dios de maneras que le agradan mucho más que aquellos que asisten a los servicios caracterizados por un mero emocionalismo superficial. Estamos seguros de que si Jeremías visitara algunas de estas iglesias, colocaría un letrero encima de la puerta que diría: “Oíd palabra de Jehová, todo[s]… los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová” (Jeremías 7: 2). Escuchar la palabra del Señor es la forma más alta de adoración, porque cuando reconocemos quién es el que nos habla a través de las Escrituras, vemos que esto también es una forma de adoración (cf. Juan 9:35-38).

Un futuro de adoración

Finalmente, una vez que exhalamos nuestro último aliento y entremos en Su presencia, podemos esperar adorar al Señor de una manera única. Considera cómo el pueblo de Israel “adoraron” al Señor después de ver cómo Él aceptaba su sacrificio (II Crónicas 7:1-3). Entonces piensa en lo emocionante que será cuando algún día estemos ante el tribunal de Cristo y lo veamos aceptar cada sacrificio que hayamos hecho por Él y recompensarnos en consecuencia. Será nuestro mayor honor y nuestro más profundo privilegio adorarlo en ese día.

Para terminar, seríamos negligentes en este breve estudio de la adoración bíblica si no llamaramos tu atención a Isaías 66:23,24, donde leemos que en el reino de los cielos en la tierra, “adorarán” a Dios saliendo regularmente, como dice Dios, a “mirar los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí”. El profeta habla aquí de las almas en el infierno, donde “su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará”. En la actualidad, por supuesto, nuestros corazones se rompen al pensar en amigos y seres queridos sufriendo un tormento eterno. Pero una vez que alcancemos el estado eterno, nuestra mente será tan parecida a la suya que lo adoraremos, reconociendo que incluso el más severo de todos sus juicios es “verdadero” e incluso “justo”. (cf. Salmos 19:9; Apocalipsis 16:7; 19:2). Qué carga debería ser para nuestros corazones alcanzar a estos seres queridos ahora con el maravilloso evangelio de la maravillosa gracia de Dios.

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