por el pastor John Fredericksen
La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica diariamente en su sitio web artículos devocionales con el nombre Daily Transformation. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.
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Crecer en nuestra granja en los años 50 y 60 significó que teníamos una gran cantidad de trabajo que requería mucha mano de obra. Paleamos grano, levantamos fardos de heno y mucho más. El único trabajo que realmente odié fue caminar por el campo para arrancar la maleza. En aquel entonces, al menos en nuestra finca, no usábamos spray para controlar las malezas. En cambio, papá nos pidió a todos que ayudáramos a caminar por los campos para arrancar las malas hierbas a mano. Teníamos dos campos diferentes que, año tras año, siempre estaban cargados de maleza. En broma, acusé a papá de sembrar semillas de malas hierbas en los campos para que tuviéramos que pasar más de un mes sacándolas. Si hubiera sembrado semillas de malas hierbas, sabíamos con certeza que habríamos obtenido malas hierbas, porque se cosecha lo que se siembra.
Este principio es válido durante toda la vida. Por eso el apóstol Pablo escribió: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:7-8 - RV1960). Cuando Caín sembró las semillas de una obstinada rebelión al negarse a ofrecer el sacrificio adecuado, Dios rechazó su ofrenda. Cuando mató por celos a su hermano, Dios lo juzgó haciéndolo “errante y extranjero… en la tierra” (Génesis 4:12). También le dijeron que la tierra ya no le daría fruto. Caín respondió diciendo: “Mi castigo es mayor de lo que puedo soportar” (Génesis 4:13). Especialmente como agricultor, debería haber sabido que se cosecha lo que se siembra. Cuando Salomón tomó la decisión política y espiritual de casarse con varias esposas que adoraban a dioses falsos, no fue sorprendente que “sus esposas inclinaran su corazón [para no adorar a Jehová]” (I Reyes 11:1-4). Después de todo, cosechamos lo que sembramos. Cuando Pablo describió a los santos que eligieron vivir en pecado grave, como el mundo, era predecible que sus corazones tendrían “tiniebla” espiritual y llegarían a ser insensibles (Efesios 4:18-19). Cosechamos lo que sembramos. Cuando Pablo advirtió acerca del Tribunal de Cristo, dijo: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después” (I Timoteo 5:24). En la eternidad, cosecharemos dando cuenta de lo que sembramos ahora.
Este principio es eterno y podemos beneficiarnos de él. Elijamos hoy sembrar una vida de piedad y servicio para que lo que cosechemos en la eternidad sea gozoso.
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